martes, febrero 17, 2015

¿Y si “50 Sombras de Grey” fuera una película española?

La verdad es que a veces me planteo lo desaprovechadas que están algunas películas dependiendo del país donde estén rodadas. El carácter de cada cultura filmográfica (y de la otra) puede hacer que un mismo guión pase de estar poco hecho a estar “al punto” en menos que canta un Falete.

Me explico. 

Lo primero es el nombre de los personajes. Allí suenan poco potentes tirando a flojunos. No puedes llamar a un tío al que le va el “tema del azote con palo de varear la aceituna”, Chistian Grey, joder. O a una inocente virgen de mente morbosa bautizarla como Anastasia Steele. Todo suena demasiado artificial. Aquí para empezar seríamos más castizos. Más directos. Los protagonistas para empezar se llamarían Paco Camuñas “el fustas” y Anacleta Varas.

El multimillonario raruno podría ser perfectamente Antonio Resines con un chaleco de cuero, enseñando pelo en el pechamen y pantalón vaquero recortado. El palillo en la boca y la faria en el bolsillo de atrás es parte de un atrezzo razonable y creíble. Iría a todos los sitios con una motocicleta Lambretta con una cesta en el manillar para surtirse de artículos de ferretería.
Nada de vivir en una mansión sacada de una película de Drácula después de dejar las drogas. Un tío con dos fajos de billetes de 500 euros atados con una goma y escondidos en calcetines de rombos, no vive en una casa así. Resines-Camuñas viviría en un chalet de la Sierra “made in Paco el Pocero” con dos piscinas y un invernadero para tomates. Tendría varios sirvientes sin dar de alta en la Seguridad Social y un taller ilegal lleno de chinos cosiendo balones en el sótano junto al potro de tortura. 

Respecto a la sujeta “pasiva”, el papel le vendría como anillo al miembro a Penélope Cruz o a cualquier actriz con el timbre de voz similar a un mosquito con ronquera o a Epi después de una resaca de garrafón. El vestuario se le podría dejar al modisto de Doña Rogelia o al de cualquier presentadora de 13TV o Intereconomía. Muy importante que cada poco susurre un “ay, Señor, Señor…” o un “paciencia me dé San Nicodemo”. Paciente, estoica y deliciosamente inocente. Anacleta es la típica mujer que leería los anuncios breves de “La Razón” santiguándose y lavándose las manos con agua bendita y jabón de lagarto después.

Al igual que la película original, llevaría unas bragas de esparto de nonagenaria, un refajo, dos combinaciones color arenque y unas medias del color del salmón añejo. La viva imagen del deseo: del deseo de apuntarse a un Coro de Castrati o de provocar a Lorena Bobbit con unas tijeras de podar pinos, quiero decir.

La elección de la Banda Sonora es tan importante o más que el casting. La música debe ir en conjunto con la acción y tener la carga sexual del filme. Canciones como “Paquito el Chocolatero”, “Mi Carro me lo Robaron” o “Mami, qué será lo que tiene el negro”, se me antojan imprescindibles. 

En todo buen vareo en el culete que se precie, no pueden faltar los acordes de un buen “Pa-qui-tooo, el cho-co-la-te-roooo, ey!! ey!!” para que los espectadores lleguen a un sentimiento de catarsis. 

A falta de estas melodías, también se puede optar por cualquier canción que lleve las palabras “gasolina”, “papi” o “dale, don, dale”. Si alguna vez habéis fisgado en el expositor de “casetes” de algún bar de carretera donde las albóndigas y las croquetas son difíciles de distinguir cuando te sirven una caña, sabéis de qué hablo. Por cierto: las croquetas son las que más rebotan en el suelo cuando las sueltas.

Los diálogos también deben adaptarse a nuestra idiosincrasia íbera. Os lo explico con un ejemplo. En USA, un encuentro entre la Tasia (Anastasia) y Cristiano (Grey) sería tal que así:

-Señorita, me ha llamado poderosamente la atención la intensidad de su mirada y la lascivia que destilan sus labios. ¿Accedería usted a mis peticiones?
-Señor Grey, entienda mi tierna inocencia y la posibilidad de que le rechace.

En la versión autóctona tendría un toque refinado a la par que informal tirando a ecuestre:

-Pájaraaa!!! Que me pones mucho, ¿ein? Que si te vienes conmigo a mi madriguera a jugar con el palo de sacudir colchones y el potro que robé del gimnasio del instituto. Soy de los de pegar. Pego más que el peinado de Ronaldo en los coches de choque.
- Ay, Señor, Señor… paciencia me dé San Nicodemo!!

Es habitual también ver la aparición de algún personaje de moda del panorama social patrio para hacer que la película sea aún más llamativa: Santiago Segura como dueño de un sex-shop de Lavapies, Paquirrín haciendo de potro de tortura (haciendo de sí mismo, por cierto) o el pequeño Nicolás haciendo de farola o de rodapié. A bote pronto, y sin pecar de ser demasiado original, propondría a Dani Rovira interpretando a un sadomasoquista de Sevilla que se enamora de una fan del bondage de Bilbao y de padre pescador. Y ya que estamos con ideas, un buen actor haciendo el papel de masoquista es Toni Cantó abriendo una cuenta en Twitter y dejándole hablar.
Para acabar pondría de director a Pedro Almodovar para poder asegurarnos de que Anacleta Varas conoce a Paco Camuñas en un local de travestis en plena Guerra Civil cerca de un pueblo de la Alcarria.

Si por el contrario queremos un guión más de psicothriller, Alejandro Amenabar, haría que Paco Camuñas en realidad fuera un ente alienígena de Cartagena que lleva una careta y que para poner en funcionamiento su accidentada nave espacial, necesita fabricar energía mediante el noble arte de varear traseros.

En definitiva, un “50 sombras de Paco Camuñas”, sería una película mucho más taquillera. Eso sí, aprovecho para decirles a los técnicos de sonido que suban un pelín el volumen de los diálogos de los actores españoles. Es que a veces me cuesta distinguirlos de las psicofonías que nos pone Iker Jiménez en “Cuarto Milenio”,  gracias. Tampoco es plan de mezclar Chotacabras con merinas.

JAVIER ADDALI, 17 DE FEBRERO DE 2015

martes, febrero 03, 2015

MONÓLOGO: "YO FUI COMPAÑERO DE PISO DE PAULO COELHO EN ALGETE"

Efectivamente, como lo leéis. Durante dos largos años conviví con el ahora famoso escritor en un piso de Algete.

Es paradójico que en USA, la mayor parte de las empresas de éxito comiencen en un garaje y aquí en España todo comience en poblaciones de los extrarradios.  Por ejemplo: Miguel de Cervantes era de Alcalá y una gran parte de melones de este país son de Villaconejos. Amén de Encarna Sánchez que vivía en Móstoles.

La convivencia al principio era más o menos fluida. Yo estudiaba en la Universidad y él no sé muy bien qué hacía en España pero siempre llegaba muy de madrugada.

-La noche me confunde, mi amol. ¿Me has entendido?
-Alto y claro...como un noruego de dos cero cinco.

Hay que decir que Paulho siempre habló perfectamente el portugués. Tanto, que le hicieron brasileño de nacimiento y todo. Y no de cualquier sitio, sino de Río de Janeiro, el pueblo de Jesulín de Ubrique. Ahora Río es famoso por los Carnavales pero antes, de allí era genuino el arte del toreo. Poco se conserva de esa tradición en Río, salvo alguna corrida.

Como iba diciendo, todo iba bien al principio. Pero eso fue antes del fatal accidente que le hizo hablar desde entonces como una mezcla de Clippo el Asistente de Office y el Maestro Yoda.

Un día desayunando me percaté de que la conversación no estaba siendo normal. Es más, algo no encajaba:

-Buenos días, Paulho, he preparado café.
-“Que el fuego del amor crezca en nuestros corazones. Que el fuego de la justicia guíe nuestros pasos. Que el fuego de la sabiduría ilumine nuestro camino”- me soltó de sopetón. Tardé tiempo en darme cuenta de que no tenía puesta Radio María, la verdad.
-No te he entendido bien, tío. Yo tomaré una tila para calmarme.
-“La calma absoluta no es la ley del Océano. Lo mismo ocurre en el Océano de la vida”.
-Me tomaré esa puta tila y punto!!!

Y es que desde ese mismo día dejé de convivir con un ser humano para vivir con una máquina de escupir frases. Me río yo del SIRI de mi iPhone!! Allá por el año 1983 se puede decir que fui el primer homínido en descubrir lo más parecido a la inteligencia artificial. Y recalco lo de “artificial”.

El fatal accidente que afectó a Paulho vino un día entre semana en forma de regalo por correo. Antes de desenvolverlo supe de qué se trataba (un trasto infernal para mentes retorcidas y un poco cabronas): era un bombo para jugar al Bingo. Dentro de ese bombo, Paulho metía trocitos de papel con palabras escritas como “altramuz”, “avutarda”, “Felicidad”, “Destino”,  “paloma” o “corazones”, luego giraba el artefacto (ríete tú de los Niños de San Ildefonso, joder) y con las palabras que extraía confeccionaba sus famosas frases.

El día que sacó las palabras “polla”, “comida” y “lácteos” fue memorable. Si le unes a eso, que el brasileño de adopción, las empleó en una discoteca de moda, el éxito estuvo asegurado: acabamos los dos en un contenedor propulsados por un intelectual portero de discoteca.

Los caminos de Paulho y el mío se fueron separando: uno se convirtió en un famoso escritor de libros de autoayuda y el otro trabaja hasta los días de hoy en una imprenta de frases para Galletas Chinas de la Suerte. El escritor soy yo, obviamente: me conoceréis por libros como el “Manual del Frigorífico Samsung L500” o mis obras más clásicas como “Funciones de tu Calculadora CASIO” o “Cómo encender la videoconsola ATARI”. 

Los artistas siempre hemos estado infravalorados. En cambio, la fábrica de Galletas Chinas de Paulho fue a mejor y ahora es un tío millonario. Y, a pesar de su actual reconocimiento (le han dado el “Nobel al Mejor Fabricante de Frases de Galletas” y el “Guinness a la persona que más usa la palabra Sueños” seguido muy de cerca por Paquirrín), nos seguimos llamando por teléfono. A día de hoy me cuesta distinguirle de la voz del Asistente para Invidentes del móvil, pero seguimos teniendo charlas muy largas:
-Cómo ha pasado el tiempo, Paulho, socio…

-“Debemos escuchar al niño que fuimos y que existe dentro de nosotros”.
-Ya te digo. Yo le oigo a todas horas, tanto que me encantaría volver a la lactancia, ya me entiendes. Lo que daría por chupar unas buenas tet…
-“Lucha por tus sueños, o los demás te impondrán los suyos”.
-Ya tardabas en usar la palabra “sueño”, jodío. La cosa con Paquirrín desde que no toma “cafeses” está jodía, ¿no? Pero seguro que vas  a ganar, campeón.
-“El éxito viene del reconocimiento ajeno, el resto del amor”.
- Ya, y del pastizal que tienes en la Caja de Ahorros. De ahí también proviene el éxito. Un poco sí, confiesaaaa….
-“Lo que ahoga no es caerse al río, es mantenerse sumergido en él”.
- Sigues siendo un hacha cuando quieres cambiar de tema. Algún día me tienes que contar cómo funciona ese bombo, socio, porque lo he intentado con los porros y lo único que conseguí redactar fue el Calendario Zaragozano y un par de frases del discurso de Cospedal…

…y siempre que sacaba el tema de que el mago de las palabras me contara su famoso truco de juntarlas fuera del Bombo del Bingo, me colgaba.
Lo que no sabe Paulho, es que mi nueva obra será un éxito con posibilidades de adaptarse a una película. Una especie de biopic a lo Steve Jobs pero de bajo presupuesto: “El Manual del Bombo del Bingo que odiaba a los habitantes del Piso de Algete”.
Ya os iré contando…

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