Pasos.
Zancadas desesperadas de
un alma agitada que camina a cámara lenta por un mundo a cámara superrápida.
Caminando solo entre las
calles oscuras de la gran ciudad donde me encuentro, pienso en una maravillosa
alegoría: un joven que camina y camina entre recovecos de aceras inexpugnables
saltando obstáculos. Cegado por grandes rótulos de neón, periódicos arrastrados
por un viento invisible que quema del frío que desprende. Aturdido por el ruido
atronador de millones de cláxones, músicas que no son músicas y conversaciones confusas
de confusas vidas caducas.
Allí perdido entre
marejadas de personas. Arrastrado a lugares sórdidos de luces tenues y humos
picantes. Noches eternas que le llevan por los océanos de espuma de cerveza y
perfumes baratos. Gente que de tan hueca que es, el eco de sus pensamientos
retumban en sus almas vacías de contenido.
Escucha. Observa. Y
camina. No puede detenerse por la fuerte
corriente submarina de gente incolora e indolora. Apenas puede pensar. Ni
siquiera es consciente de adónde se dirige. Se ha olvidado de su destino hace
muchas noches atrás.
De vez en cuando, cuando
las luces se van apagando y las nubes se van abriendo mira la luna. Quiere
revelarle el secreto de quién es y adónde va, pero los susurros se pierden para
siempre entre las antenas de tejados infinitos.
Cruza una calle. Mira una
silueta escondida entre los reflejos del salpicadero de un coche y las sombras
de un habitáculo. Se parece a él. Hay una persona a su lado. Una mujer. Niños
sentados en los asientos de atrás cantando y confeti desparramado en el capó.
Música que se escapa por las rendijas de las ventanillas. Sí, es él. Se ha
cruzado con su vida paralela. Una vida rodeada de la seguridad de ABS, Airbags
y canciones infantiles.
Quiere acercarse. No se da
cuenta de que las vidas paralelas, al igual que las líneas, nunca llegan a
encontrarse. Geometría pura. Ciencias exactas creadas por seres inexactos. Pero
las cosas son así y las leyes se cumplen.
Nunca se encuentra a sí
mismo. Y camina. Docenas de vagabundos que le rodean. Le piden. Casi le
imploran. Pero él en ese paseo se ha dejado la cartera, el monedero e incluso
el alma aparcada en doble fila varias calles más adelante. No les da nada. Sus
pasos cada vez son más veloces.
Quiere llegar pero no sabe
adónde. Se mira a un escaparate y ve su reflejo. El familiar rostro de un
anciano le mira fijamente. Es él de nuevo. Entre los libros del escaparate la
socarrona mirada de un viejo le dice que el final del camino está dos esquinas
más adelante. Detrás de un semáforo en ámbar estropeado.
Y cuando alguien le
empuja. Observa por encima de su hombro. Una mujer de cabellos empapados por la
lluvia le reconoce. Él también sabe quién es. La acaba de ver dentro de un coche
lleno de confeti, niños y Airbags. No hace falta que le diga quién es porque
sus miradas les hablan del futuro. Un futuro plagado de hojas secas, de cabañas
tibias, de árboles de hoja perenne, de gritos, de discusiones, de eternos
besos, de mágicos momentos y de tímidas sonrisas.
Cuando cierra los ojos. Un
semáforo que está dos esquinas más adelante, se pone en rojo. El mundo se
detiene. Y tiene que decidirse si subir a un coche, cruzar la calle, sentarse a
mirar la noche o correr despavorido huyendo de su vida.
No lo sabe. El mundo se
detuvo. Aún hay tiempo. La luna le mira impaciente mientras las hojas de
periódico suspendidas en el aire y el helado a punto de caerse de la mano de un
chico le susurran con paciencia que el mundo le espera. Que es una pieza
fundamental en él. Sin una decisión los caminos pueden llevar a la “Tierra de
Ninguna Parte” donde el tiempo es un sumidero de viejas glorias y pensamientos
no natos.
Mientras el mundo se mueve
alrededor, una persona petrificada delante de un escaparate medita.
Un grupo de adolescentes
mira la estatua y se ríen. Entre risas maliciosas y sonoras carcajadas le
empujan…pero la estatua sigue allí mirando cómo una bandada de golondrinas choca
contra su maltrecho hombro. Un hombro dolorido de soportar pesadas cargas de
decisiones dolorosas.
La estatua sigue pensando
y pensando y pensando….
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