jueves, febrero 20, 2014

"Los buenos de la película no siempre ganan"



Han pasado muchos años pero aún soy capaz de acordarme del discurso de aquél profesor. 

El ansiado  final de la Carrera Universitaria estaba allí mismo. Es increíble cómo la memoria, lejos de ser selectiva, es impredeciblemente predictiva. Dicen que los recuerdos siempre vuelven y que el pasado es un ser tozudo que no deja de perseguir al presente.

Un lejano y caluroso mes de junio. Los impertinentes rayos de sol se colaban en un atestado Salón de Actos. Jóvenes embutidos en trajes, corbatas y camisas almidonadas la noche anterior. Las palabras flotaban, casi retumbaban en las paredes y mis pensamientos tan y tan lejanos…eran los tiempos en los que te podías permitir estar distraído. Te podías permitir ser un soñador. Un joven idealista sentado al lado de otros jóvenes idealistas con ganas de comerse el mundo con bocados de honradez. Así nos habían educado (hasta teníamos una asignatura llamada “Ética Empresarial”, ¿suena a chiste, verdad?). Era posible ganar dinero y a la vez hacer un mundo mejor. Ese era el resumen. Era tentador y bello. Demasiado.

…y en medio de un discurso aparentemente predecible, emergieron las insolentes palabras de un hombre de mediana edad curtido en mil batallas empresariales y de las otras. Alto, ronco, cojo, cano y echado “pa-alante”. Sus palabras esta vez no rebotaron en las paredes sino que se clavaron en nuestros corazones como duendes burlones con espinas clavadas en los ojos.

Allí, pulcramente vestido, en pie, mirando desafiante y paternal, nuestro admirado y temido profesor nos desvelaba el secreto mejor guardado del ser humano: que en realidad todos somos entes enfermos investidos de honradez épica.  Súbitamente todos fuimos conscientes de que los Reyes Magos eran los padres y que el ser humano, ni es humano, ni es ser.

-“Salgan ustedes de esta Universidad siendo hombres y mujeres honrados y admirables. Pero si alguna vez caen ustedes en la tentación del enriquecimiento rápido, fácil e ilegal…háganlo a lo grande. De esa forma jamás les avergonzarán a ustedes y a sus familias. De esa forma, nunca tendrán ningún problema ni les harán sentirse comprometidos”.

Estupefacción. Fascinación. Algún tímido aplauso. Ningún abucheo. Sorpresa…y por último indignación. 
No hay persona que más odiemos que aquella que nos hace dejar de ser niños para convertirnos por el procedimiento abreviado en adultos. Porque, ¿quién es él? ¿Cómo se atreve a decirnos que los Reyes Magos no existen ni que vienen de Oriente?

Años. Muchos años después, leyendo, viendo, observando y casi palpando este puto mundo roto de personas codiciosas…ese hombre, desgraciadamente tenía razón: en las películas no siempre ganan los mejores. Tampoco los buenos se salen con la suya.

Estamos en la época de la Historia en que los malos de las películas jamás han sido tan fuertes.

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