viernes, diciembre 18, 2015

El Eterno Bucle de Votar al PARTIDO POPULAR (fases):

1. Prometen el mundo de las farolas de piruleta y las aceras de caramelo líquido. Sacad el confeti, levantad edificios, el ladrillo va a subir. Invertid, comprad y pedid hipotecas y créditos. Ole ole y ole!!!

2. Hacen un Programa que NO cumplirán jamás. Porque ni quieren, ni les van a dejar desde el FMI, sus amigos. Además, hay que dejar dinero para los amiguetes de estómago grande a la par que agradecido. Hay mucha “famigglia” que colocar “a dedo” y conocidos “a pelo”.

3. La gente aplaude. Viva Eppaña, coñiooo!! Campeones, recuperación, oleee!! Estamos a salvo porque han dicho “que se caiga Eppaña, que nosotros la levantamos”. Lo que no han dicho es que lo que van a levantarnos es la cartera. Pero en el paso 3, la gente aún no lo sabe…incautos. La película sólo la vemos cada 4 años.

4. Llega marzo y la Merkel dice nosequé de flexibilidad, competitividad, crisis y la polla record. Todo es negro, las personas grises, los hombres de negro y los números en rojo. Los nubarrones se asoman. En este paso empiezan a sacar indicadores con nombres raritos: Prima de Riesgo, Endeudamiento, Ratio de Polleces de Paro, Movilidad Exterior…

5. Hay que apretarse el cinturón: o sea los de siempre. Pero eso sí, la PUTA PRIMA DE RIESGO BAJA. Muchos no saben qué coño es la PRIMA, pero a base de leerlo tropecientas mil veces, al final sabes que si baja “é güeno” y si sube, “Houston, tenemo un poblema!!”.

6. Todos gritando Eppañaaaa!! Baja la PRIMA, pero el FRIGORÍFICO baja aún más y más y más…. pero el ATLETI gana la Liga, joder. Todos a la calle a celebrarlo. Con el estómago vació se salta más y se corre por las calles mejor aún. Además, el hambre agudiza el ingenio, ¿no? Así que, pongámonos todos las camisetas y a sacar el Champín (porque no hay dinero para Cava, catalán y secesionista, por cierto).

7. Más recortes. Más desahucios. Más IVA, más movilizaciones, más prohibiciones, más Mas (Arturito, te necesito, ladra, mueve una pata)….y menos derechos, menos sueldos, menos investigación, jóvenes…y menos sentido común: lo habéis hecho vosotros, bípedos con lana.

8. Culpa de Merkel y de los que "hemos" vivido por encima de nuestras posibilidades. ¿Y el dinero que falta? ¿Y esos sobres sospechosos? Ná, minucias…disuélvanse!! ¿Acaso no conocen la Ley Mordaza, pelanas y perroflautas?

9. Más recortes. Hay que meter más dinero en el sobre. Los simpatizantes y simpáticos votantes, amén de nuestros “mecenas” del Santander y el BBVA son gente de apetito voraz. Además, todos hemos de morir algún día, ¿no? Y el que quiera Sanidad que la pague, qué vicio por vivir. Además, tenemos amigos médicos y clínicas afiliadas y “afiladas”: que paguen! Y la Educación, también. Mejor analfabetos que entren en el bucle de votarnos.

10. Llegan las Elecciones en el 2019. Tensión, dudas, encuestas precocinadas y votantes refritos-

11. De cada dos días/euros robados nos devuelven uno. Todo olvidado: podría haber sido peor y en vez de rescatar a Bankia y a los amigotes, nos podría haber rescatado el enemigo, uy!

12. Eppañaaa, VIVAAAA. Más agua…ahora no tenemos ni para Champín. Pero en el fondo no nos gustaba: demasiado azucarado.

13. Y así entramos en el bucle infinito del Salvame deLuxe, los toros por “pay per view”, los “las casas nunca bajan de precio” y…gana la Selección española de Balompié!! OLE!!! Así que a votar de nuevo a los mismos: podría ser peor que votásemos a otros…porque el Champín y el Cava sabe a rayos, ¿verdad?

viernes, noviembre 27, 2015

"JE SUIS, TÚ ERES, HE IS, نحن"

Con la cabeza más reposada, y después de leer un montón de opiniones estúpidas (muchas) y comentarios sin pies ni cabeza (bastantes) acerca del tema de los recientes atentados en París, creo que ya me iba tocando expresar mi opinión.

Puedo decir con la cabeza muy alta y con orgullo que comparto lo mejor y lo peor de cada civilización: la árabe y la occidental. Ambas con sus aciertos del pasado, sus errores del presente y sus enigmas del futuro. 

A pesar de lo que acabo de decir, quiero hacer especial hincapié en que, en mi humilde opinión, transformar a las personas en formas de “países”, “religiones” o “grupos” es desnaturalizarlas. Se les despoja de las virtudes, se les redime de sus pecados y se les exculpa de sus castigos. Es un error de simplificación que nuestro cómodo, primario y pragmático cerebro tiende a repetir con lo que percibe a su alrededor: transformamos lo complejo de nuestro cambiante y desconcertante entorno en algo más simple, en algo más “digerible”. Es muy tentador hacerlo.

Cantos de sirena de mentes primarias y letras escritas con plumas de primates: unir, mezclar, condesar…como decía, simplificar. No importa ni el cómo ni el porqué: les meten a todos en el mismo saco y cierran la cuerda. Les ponen una etiqueta por fuera a rotulador y les llaman: “musulmanes”, “cristianos”, “Occidente”, “Oriente Medio”, “terroristas” o “víctimas” (que a su vez, dependiendo de la región geográfica donde sean asesinadas, se les denominan “víctimas colaterales”, “héroes” o “mártires”).

Ni el asesino tiene patria, ni el asesinato religión. 
Tampoco unas vidas valen más que otras dependiendo de la nacionalidad de un pasaporte: todos somos unos vulgares seres humanos con diáfanas vidas, con predecibles inquietudes y con el derecho a no matar y la obligación de vivir con dignidad.

Así que me duele. Me hace daño a la vista e incluso tengo un cierto regusto a mierda cuando leo, escucho o veo a alguien autoproclamándose “tasador de vidas” o “perito de la moral”, porque nadie es nadie para valorar ni las unas ni la otra. La vida es Vida y la moral siempre se ha escrito con minúscula.

Y no, el “buenismo” o el “bienquedismo” no es efectivo: poner una bandera, cantar una nana nacionalista o ponerte unos gayumbos limpios no hace que los problemas desaparezcan. Si quieres difundir el problema y hacernos conscientes a todos de que te preocupa el Mundo, puedes poner una bandera donde te salga del (gayumbo), o incluso levantar las manos o gritar frases en francés, italiano, griego o suahili…pero eso no es suficiente.   Y sí, ME INCLUYO.
Hay que actuar desde nuestras mundanas vidas, levantar ese culo del sofá y echarle “3 en 1” al cerebro antes de que te lo oxiden. 

No dejes que te pastoreen: observa, vive, opina y sobre todo, actúa. 
No dejes que otros lo hagan por ti…porque cuando te metan en un sucio saco, aten el cordel y le pongan una enorme etiqueta azul que ponga “Conformista”, ya será demasiado tarde.

viernes, noviembre 13, 2015

Ludopatía y Hacienda Pública:


Somos el país de las loterías. Tenemos muchas y muy variadas, hasta tenemos anuncio clásico y lacrimógeno para el especial de Navidad, unas veces con calvos, otras con señoras maquilladas para Halloween,  pero oye, nunca se nos ocurrió nada de esto. ¿De verdad es un éxito tan grande como dicen?

“Portugal es el séptimo país europeo con menor evasión del IVA, un 9% frente al 11,2% de Alemania , el 16,5% de España, el 33,6% de Italia o el nitecuento de Grecia. En este país, el “con o sin IVA” se estila mucho menos que en la estirada España. Y no es por el celo de los inspectores fiscales o la honradez de sus ciudadanos, pues a todos se les supone por igual. Hace un año que el Gobierno de centro derecha PDS-CDS puso en marcha la Operación Factura de la Suerte.

Se trata de sortear cada mes la mejor zanahoria que se le puede poner al portugués: un coche de lujo. Para participar en el sorteo basta registrar en la web de Hacienda cualquier factura que se pille por casa. Cada 10 euros del importe pagado da derecho a un número, que es el que va para el sorteo. En abril, cuando se cumplió el primer aniversario de la Fatura da Sorte, entraron en la tómbola 61 millones de facturas, un 61% más que hace un año, de 8,8 millones de consumidores, un 12% más que en 2014.

Así, si usted es extranjero, no se sorprenda cuando el camarero le pregunte si quiere factura por el café con leche, y lo mismo se repita con el cruasán de la panadería y con el periódico del quiosco. Comprobará por la cola que tiene delante, que sí, que la mayoría quiere la factura aunque sea por un euro; para ello, el vendedor le exigirá su número de contribuyente. Cuando el ciudadano registre los datos en la web de la Fatura da Sorte, Hacienda sabrá algo más de usted y de las empresas, en el caso de que no estuvieran al día.

Según datos oficiales, desde que se implantó el sorteo de Hacienda han aflorado cerca de 200.000 empresas con situaciones anómalas; de ellas, 70.000 han regularizado su situación voluntariamente (una vez recibida la carta de Hacienda). El efecto del sorteo de coches se ha visto también en el aumento de la recaudación por IVA. Mientras que el consumo ha crecido un 1,9%, la recaudación de este impuesto ha aumentado un 4,3%, en números absolutos 570 millones de euros más para las arcas públicas. Hacienda ha descubierto los efectos benéficos de la ludopatía.”


Autor: Javier Martín (El País)
Fuente: http://elpais.com/elpais/2015/09/30/opinion/1443607107_760449.html



domingo, octubre 18, 2015

"MONTE DEL CARTEL DEL DESTINO"

Allá arriba entre las nubes
que cubren montañas de blancas dudas y oscuros pensamientos
de cerebros dubitativos y afiladas lenguas de punzantes rencores,
llueven lágrimas de hieles mustias y lava volcánica mal apagada.
Allá. Sí, allá  arriba.
Negros nubarrones que amenazan tormentas perfectas
con gotas de sangre imperfecta de glóbulos blancos que son amarillos.
Que de oscuras y cargadas que vienen las borrascas marchitas y las
borrosas margaritas, provocan irracionales miedos.
Riachuelos de nieve derretida por la lava del deseo.
Manantiales de sangre tibia que manan de la piedra.
Carteles ajados, de manos afiladas, sucios de desidia, deteriorados de rutina,
rotos de arañazos de uñas rotas por la rabia.
Bajando dos personas, nadando entre la densa sustancia roja de la vida,
ahogándose en leucocitos, saboreando las plaquetas,
bebiendo de los glóbulos, sorbiendo de los labios rotos…
Mordiendo la vida en la profundidad de una almohada sucia de dolor.
Sí, allá arriba.
En el monte del Destino.
Donde las cosas se cocinan a fuego lento y las personas a la plancha.
Porque puedes nadar colina abajo entre sangre de humanas desdichas,
porque puedes volar entre las nubes cargadas de miseria humana,
porque puedes entrar en la bocamina de ese valle de lágrimas saladas…
pero, joder, mira el cartel de nuevo. Repite en voz alta.
Cántalo. Tararéalo. Deletréalo:
DESTINO.

Hagas lo que hagas, digas lo que digas, beses a quien beses,
o maldigas a quien bendigas…
siempre hay un cartel de ilegibles letras marcadas
que constantemente dicen lo mismo: todo es por algo.
Todos los caminos se cruzan aunque de lo paralelos que son,
parezcan infinitos e irreconciliables.
Y, amigo mío…ese cartel ha estado ahí clavado desde que el hombre es mujer
y la mujer es un humano de anchos hombros y barba descuidada.
Así que, nades donde nades,
vueles donde vueles, camines donde camines,
huyas donde huyas, o intentes a lo que renuncias…
ese cartel te hostigará hasta el Fin de tus Días.


JAVIER ADDALI ALVAREZ 18 DE OCTUBRE DE 2015

domingo, octubre 11, 2015

POESÍA: "AHÍ ABAJO"

AHÍ ABAJO:


¿Ves lo que veo?
Lo estás sintiendo, ¿verdad?
En el sótano de tu vida está escondido,
en la mazmorra de tu mirada no puede salir.
Tus labios son rehenes del qué dirán,
esclavos de palabra vacuas blancas.


Ahí abajo está.
¿Ves lo que veo?
Innumerables cuerdas de amor carnal, de tristeza enferma,
de odio humano, de afecto infinito.
Todas atadas a nuestras almas de seda, a nuestro cuerpo de
alambre carnoso de debilidad.
Estamos atados unos a otros…
no intentes escapar porque
ahí abajo está.


Ahí arriba está.
¿Ves lo que veo?
Incoloros deseos, inodoros actos,
vacías vidas de llenas prisiones,
impotentes gestos de inofensivos dardos
mutiladas piernas de lenguas dañinas.
Estamos unidos unos a otros,
¿ves lo que veo?...
no intentes dejarnos, no intentes matarnos,
no intentes movernos, no intentes sacarnos,
no intentemos morirnos, ni intentemos asirnos…
porque desde arriba no se sube

ni desde abajo se cae.

AUTOR: JAVIER ADDALI ÁLVAREZ

09 DE SEPTIEMBRE DE 2012


POESÍA: "NO SABES NADA"

NO SABES NADA:

Desde el planeta de la vida donde los colores son amorfos
Desde el planeta  Mil Colores de difusas vidas
Se esconden piedras doloridas de rotos corazones
Rojos, vivos e infinitos diablos
De cristales quebrados de agudas puntas
De romos reflejos de lunas blancas ya, negras antes

No sabes nada.
Nadie sabe nada.
Ves lo que oyes
Escuchas lo que piensan
Piensas lo que dicen...
...y no sabes nada.

Desde el planeta Mil colores me estas viendo
Desde el planeta de la vida no puedes colorear
Con la sangre de los mártires de espigas blanqueadas
De tallos quebradizos están maceradas las pardas estacas
De simiente de la muerte de un fin que empezó
De un inicio que nunca perece
Mientras una silla que se mece en un inmortal beso
De dos labios de rojas vidas, de moradas muertes,
De doradas ilusiones, de ínfimos apetitos y
De negras estacas de ilusiones perdidas...
Perdidas para siempre.

Apriétame fuerte. Déjame sentir que dentro de tus latidos
Existe un corazón bello y muerto.
Que dentro de la belleza de la redención de innumerables mañanas
Mora una tarde del fin de un Otoño de grises recuerdos
De ortigas de un odio infinito.

No sabes nada.
Nadie sabe nada.
Ves lo que escuchas
Piensas lo que miran
Observas lo que quieren...

...y no sabes nada.

AUTOR: JAVIER ADDALI ÁLVAREZ
09 DE SEPTIEMBRE DE 2012

jueves, agosto 27, 2015

CAPÍTULO 1 de la Novela: “MUNDO PARALELO”



Ya la puedes conseguir en Amazon a través de este enlace:

"El Libro en el Suelo, el Azar y la Chica"

A esa hora del mediodía, las calles estaban atestadas de vehículos. Era imposible moverse. Avanzar más de tres metros era una tarea imposible. Costaban varios minutos de tediosas y tensas esperas. El termómetro del Audi A8 indicaba una temperatura exterior de 28 grados centígrados, algo bastante anormal para estar a finales de septiembre.

Jorge miró de reojo el maletín que reposaba en el asiento del acompañante del conductor. Un maletín de cuero negro lleno de dossiers, fotografías y algo más.
Le estaban llamando por el manos libres. La luz del salpicadero protestó emitiendo varios destellos y el nombre de Isabella apareció en forma de pálidas luces azules.
Así era Isabella. Pálida, azul e intermitente.

Tuvo que reprimir la risa antes de contestar:
- Hola, Bella. Estoy en medio de un embotellamiento de puta madre. No sé a qué hora llegaré a mi casa a comer...lo de esta noche supongo que sigue en pie - su mente le teletransportó a una lujosa suite en el centro de Madrid. Cercana a la calle San Bernardo.

- Claro que sigue en pie. O en pies. Ya sabes cómo me gustan los tuyos - una risa nerviosa invadió el habitáculo del Audi saliendo de los bafles como agua llenando una piscina olímpica - Te quería preguntar si puedes quedarte a dormir o saldrás de nuevo como un delincuente en mitad de la noch...

- Isabella, ya hemos hablado varias veces de eso. No soy un delincuente. Soy un hombre casado. Lo sabes. No puedo quedarme toda la noche sin que....- buscó las palabras minuciosamente de las misma forma que sus largos dedos pasan hojas - sin que levante sospechas. Y…

Un libro en la calzada al lado de la puerta del conductor llamó su atención. No era un simple libro cutre de esos que venden en rastrillos de mala muerte o librerías en liquidación. Era...impresionantemente...era...

- ¿Estás ahí, Jorge? ¿Te ha pasado algo? - el agua seguía llenando la piscina. Pero su mente estaba lejos, muy lejos de piscinas, coches y romances secretos...qué era eso. Estaba claro que lo habían puesto para que él lo recogiese. Nadie más había reparado en él.
Los conductores del carril de la izquierda pasaban indiferentes a su lado. Incluso un motorista pasó tan cerca que casi hizo que se abriera por la portada...pero no lo vio, "Isabella, ahora te llamo".
El motorista se giró distraídamente. En la parte de atrás de la moto había una pegatina de Texaco con la foto de un águila con casco y una lata de gasolina en el pico.
Sus palabras sonaban lejanas. Ocultas por mantas de lana y pesadas plumas de ave. Colgó. Y abrió la puerta con cuidado después de cerciorarse que nadie le arrollaría al alargar el brazo.

Lo imaginó o lo soñó...o simplemente lo sintió. Oyó algo. Podía jurarlo. No era nada inteligible...pero sonaba a advertencia. Estaba claro que le estaba advirtiendo de algo. Pero no lo entendió...en ese momento. Más tarde sabría que el libro no sólo hablaba. También hacía muchas más cosas.
Miró por el espejo retrovisor para ver si alguien había presenciado la escena pero parecía que todos los conductores estaban ensimismados en sus minimundos de cuatro ruedas y cristal insonorizado. Nadie vio un brazo vestido con traje de Armani recogiendo un extraño libro de pastas duras y hojas amarillas de la calzada.

Minutos más tarde, el tráfico se fue despejando de la Gran Vía madrileña. Dos llamadas de teléfono después le llevaron a la zona donde vivía: Pozuelo de Alarcón. Un lujoso y amplio chalet rodeado de setos, árboles y muros de piedra: su otro minimundo. El mundo de Jorge.
Los vecinos eran desconocidos habitantes de planetas lejanos y cercanos, aislados por ellos mismos a través de cámaras de seguridad, vallas y paredes coronadas de púas.

La chica que corría con unos pantalones demasiado ajustados y una camiseta antitranspirante roja pareció fijarse en el conductor del Audi: un hombre de unos treinta y ocho años con el pelo engominado hacia atrás y perfectamente rasurado por los lados. Barba de varios días pulcramente perfilada y patillas delicadamente finas y recortadas. Unos profundos ojos verdes y una nariz recta completaban el rostro anguloso de Jorge.

Su mirada se cruzó fugazmente con la de la chica y sonrió educadamente. Eso fue antes de saber que sería la última persona en verla con vida.

Dos días más tarde, en las noticias de las siete de la mañana, al levantar la vista del iPad y de la taza de café, vería un rostro conocido en la pantalla del televisor. La reconocería. Y se estremecería al saber que el día que la vio corriendo en un caluroso mediodía de septiembre....desapareció para siempre.
Dos vecinos a los que no había visto en su vida, a pesar de residir enfrente de su chalet, le decían al periodista que habían visto un furgón negro últimamente rondando el barrio.

"Pero nadie dijo nada. Se estaba de miedo en la piscina de atrás tomándose un daiquiri cargado hasta los topes. Se estaba cojonudamente montando fiestas llenas de gente desconocida....se estaba de vicio entregándose al vicio, ¿no?" se dijo a sí mismo. Ahora hablaba una persona que también había visto ese furgón negro de cristales tintados y matrícula antigua de Cádiz, creo.
Ahora que lo pensaba detenidamente, creía también haberlo visto en un par de ocasiones a la vuelta de sus...de sus incursiones nocturnas en el hotel de San Bernardo. Siempre a las 3 de la mañana. En su calle.
Se fijó en él porque, allí, parado al lado de la acera, atusándose los cabellos, oliéndose las manos, la chaqueta e incluso la camisa y la corbata para evitar rastros indeseados de perfume, todo el mundo es sospechoso. Más un furgón a esas horas en su calle.

"Un detective, cariño, ¿me has puesto un jodido detective?" se acuerda que llegó a pensar. ¿Cuánto hacía de esas noches? ¿Dos semanas? Quizás tres. No consiguió ver a nadie dentro del vehículo. O eso creyó.
Unos días después, una noche estaba dándose una ducha después de ver el canal de deportes. Sus dos hijos estaban ya acostados una planta más abajo y su mujer dormida por los somníferos mezclados con ginebra...y se acordó de algo.
Unas zapatillas deportivas. Eran como las que él había encargado a una empresa taiwanesa de lujo. Sólo las fabricaban bajo pedido. Un modelo raro de ver en España. Sólo debían de haber unos pocos pares en el mundo. Unas "YongWon" color marfil y oro. Según su mujer eran “la horterada del año”.

Así era Raquel: directa, incisiva y casi siempre crítica.
Con el agua caliente resbalándole por la cara, espalda y piernas, meditó. La policía. Si fuese un ciudadano ejemplar, antes de que se secase la última gota de su musculado cuerpo, habría cogido el móvil y llamado al 112 o al 091 o a cualquier puto teléfono que se interesase por lo que iba a decirles acerca de unas zapatillas poco comunes.
El problema es que Jorge no era un ciudadano ejemplar. Ni mucho menos. Tenía demasiados secretos. “Demasiada ropa sucia para meter en la lavadora” habría dicho su padre.

Se acordó de lo que pasó hace dos años en la Casa de Campo. Lo quería olvidar pero ese maldito recuerdo le acompañaría por los siglos de los siglos, joder.
- Además está el “Cuarto Encarnado”, ¿quieres enseñárselo a la Policía también, pedazo de gilipollas?

Lo que pasó aquella noche después de la cena de empresa. Las dos prostitutas. El hombre del Smart. Y de cómo el azar (o el destino) le ayudó a no estar ahora en el minimundo alternativo de una cárcel modelo. Encerrado como su perro Gorby en una caseta de barrotes de acero, cemento y malicia innata.
...
Llamar a la policía significaría retroceder dos años hacia atrás. Y él era un hombre que siempre caminaba hacia adelante. Ser Vicepresidente Ejecutivo de Motreco International en España sólo era para las personas que caminaban con firmeza hacia adelante pisando el pasado con violencia y merendándose el presente a golpe de firmas, cifras de siete dígitos y secretos inconfesables. La aventura con Isabella era el menor de ellos en comparación con el "Episodio de las Prostitutas y el Extraño Hombre del Smart”

De todo ello aprendió que el Azar es un compañero de viaje al que le gusta cambiar de coche. Sólo te acompaña cuando quiere. Y pocas veces puedes apostar tu cuello a que volverá cuando se lo pidas. “No es tu amigo, así que no le pidas más favores”. Así que mientras caminaba desnudo por la segunda planta, pensó que no convenía llamar dos veces a la misma puerta. Si investigaban a conciencia la desaparición de la chica podían dar con el camino que llevara a aquella noche. Era una remota posibilidad pero hasta lo más remoto se vuelve posible.
“Suéltame el brazo, hijo de puta”.

Vio su reflejo en el espejo del armario. Necesitaba olvidar rápidamente el episodio si quería mantener su estabilidad emocional intacta. Respiraba con dificultad y le sudaban las manos. Le costó reconocer sus propios ojos en el reflejo del espejo porque no eran los suyos: eran los de un depredador observando restos de carne y relamiéndose. Inconscientemente, retrajo los labios y unos dientes blancos se asomaron.
“Basta ya. No, no lo hagas”.

Encendió el reproductor de música, un novísimo diseño de un artista sueco mezclado con la más alta tecnología digital. Y "Las Cuatro Estaciones de Vivaldi" desfilaron nota a nota por sus oídos.
Se sentía agitado y eso no presagiaba nada bueno. Necesitaba relajarse pronto o todo volvería a ser como antes. Y no era el momento con todos esos policías en su barrio.
Pensó en la caseta de un perro y él atado con una cadena de hierro a una estaca clavada en el césped. Eso le hizo centrarse.
Se sentó en el banco de press de cinco mil euros y empezó a levantar pesas. Discos de titanio embellecido por laca dorada. Levantó pesas durante una hora.
Rutina. Dosis elevadas de rutina. Necesitaba nadar en ella como un nadador de larga distancia. Liberar endorfinas que drogasen su alma confundida.
Después de un maratón de abdominales, la música cambió de pista. Linkin Park estaba entrando en su cuerpo al ritmo de batería, guitarras eléctricas y remezclas de tonos electrónicos. Breaking the Habit. Sí. Era tan adecuada a su situación que empezó a reírse como un loco mientras unas gotas de sudor le empapaban los ojos y se escurrían por el pecho y espalda.

A medida que iban bajando y subiendo las barras de peso, la escena de la Casa de Campo se fue haciendo más y más lejana…hasta difuminarse. Ya no había sangre en sus manos, ya no había nadie en el maletero de su coche, ni la luna no cesaba de decirle lo que tenía que hacer con ellos. No.
Y empezó a reírse a pleno pulmón.

“Lo de la Casa de Campo es un puñetero juego de niños si descubren lo demás, Jorge. Están las fotos y seguro que además hay algún cabo suelto que has dejado. No te engañes, se te va la pinza y lo sabes. La cantidad suele ser incompatible con la calidad, ¿no? A más chicas, más posibilidad de errar. De dejar alguna pista”.

Miró por el tragaluz del salón y se aseguró de que no había luna esa noche. Irracionalmente eso le hizo calmarse. Era Dios. Su puto Dios único y misericordioso.

Si no hubiese estado en la única habitación de la casa completamente insonorizada, Ramón, Pedro y Raquel estarían ahora despiertos en la puerta del salón multiusos. La estancia en la que un padre y marido enloquecido por las endorfinas, la tensión acumulada y la música...estaba gritando como un loco mientras levantaba barras de titanio brillante.

En esos momentos no era Jorge. Era el monstruo que jugaba por las noches a arrancar  vidas y tenía ensoñaciones de día con la muerte.
“A veces no era tan malo tener trastorno de personalidad múltiple, ¿no?”
Dos vidas en una y una vida entera para actuar.





jueves, abril 30, 2015

"Los Superhéroes existen"


Desde ese rincón donde se encontraba escondida sólo podía ver unos pies calzados con unas ajadas zapatillas asomándose por la puerta de la cocina. No podía saber si su marido había muerto después del impacto del mazo en la base del cráneo.
El golpe había sido sonoro. Esos dos no se habían andado con chiquitas. ¿Cuánto había pasado desde que oyó el ruido de los cristales al romperse? ¿Cinco minutos? Tal vez menos, se dijo.
Dentro del armario empotrado del recibidor olía a bolas de alcanfor mezclado con un tenue aroma a perfume masculino. A medida que sus ojos se iban acostumbrando a la oscuridad divisó un paraguas plegable entre los zapatos y un viejo atizador que dejó de usarse allá por los años noventa de cuando aún daban uso a la chimenea. Lo asió como un náufrago se sujeta a los bordes de un madero flotante hasta que los nudillos se le pusieron blancos.

Ese olor no la dejaba pensar con claridad. Cada vez era más y más fuerte y amenazaba con taladrarle el cerebro como un martillo pilón, joder. Era el aroma de la Historia: olía a mudanza, a años mejores, a intenso sexo olvidado y a un montón de cosas más de una época en la que no les molestaba dormir en un colchón en el suelo de la habitación.
La persona con la que había compartido todos y cada uno de aquellos años estaba ahora tumbada en el suelo de la cocina. Pero no sentía nada. Era como flotar en un inmenso tanque de vacío.
Eran dos, no lo intuía. Lo sabía. Por el sonido de las pisadas y por la cadencia de las conversaciones era fácil adivinarlo. Hablaban entre susurros a pesar de que en el chalet donde vivían podría haber explotado una puta bomba atómica y en la vivienda más cercana (el chalet de los Miralles, que estaba casi medio kilómetro colina arriba) se habría confundido con el sonido de una pistola de  una película de indios y vaqueros.

Llevaban demasiado tiempo en la cocina. ¿Qué buscaban allí? ¿Quizás se estarían asegurando mirando por la ventana de que nadie les había visto? ¿Qué hacían en la parte de una vivienda donde había menos probabilidades de encontrar algo de valor? Eso no le gustaba nada, estaban durando demasiado.
Justo cuando se estaba aún haciendo preguntas, uno de los dos asaltantes salió por la puerta de la cocina saltando por encima del cuerpo ¿sin vida? de Martín. Subió lentamente los peldaños de las escaleras de madera que daban a las habitaciones. No miraba atrás, por lo que dedujo que  no esperaba a nadie más en la casa. Al menos él, no.
Cuando el hombre llegó al rellano del piso superior, salió de su escondite casi de puntillas. Estaba descalza y notó que el suelo de madera estaba áspero y frío. Esa sensación era la única que le recordaba que no estaba dentro de un sueño. Aún no.
Recordó la nota: “Te la dejaré en el cajón de la entrada”.
Se dirigió a la pequeña mesa de madera de pino que estaba al lado del paragüero y abrió el cajón. Sacó la pistola. Tenía pulcramente enroscada el silenciador en el cañón y con rapidez, descerrajó dos tiros al cuerpo que estaba tendido en la cocina.

Cuando su amante se giró sobre sus talones, la sonrisa se tornó mueca de horror al darse cuenta que le estaba apuntado a la frente. Se podía adivinar su desconcierto en el preciso instante que le disparó. Un disparo limpio entre los ojos…y su cuerpo de más de noventa kilos cayó muerto sobre la mesa causando un gran estruendo. Eso alertaría al otro, pensó.
Y cuando se asomó a la puerta,  sintió súbitamente una punzada de dolor en el costado seguido del sonido de un disparo. Le había dado. Mientras caía al suelo, antes de quedarse inconsciente, le dio tiempo a apuntar a la cabeza del hombre que bajaba las escaleras empuñando un arma y disparar.  Unas cuantas salpicaduras de sangre mancharon la barandilla. Segundos antes de quedarse dormida escuchó algo parecido a un enorme saco cayendo desde una distancia considerable. Luego todo se fue haciendo más y más borroso…

Epílogo:

Meses más tarde, María estaba sentada en una hamaca junto a la piscina de detrás de su casa leyendo la prensa. A pesar de ser aún las once de la mañana de un soleado día de primavera, llevaba demasiados Martinis y las letras del enorme titular bailaban delante de sus dilatadas pupilas. La risa brotó de sus labios y progresivamente se fue convirtiendo en carcajada.

Lo había conseguido, joder. Todo era suyo ahora y los únicos testigos estaban dentro de unas enormes bolsas negras. Pero eso sería por poco tiempo. En dos días sería al fin el entierro. Su condición de viuda y heroína había ayudado a granjearse la simpatía de la prensa, la policía y de la gente en general: no todos los días se conoce a alguien capaz de abatir a tiros a los asaltantes de su marido con su propia arma.
La semana que viene iría a la TV para contar por enésima vez su particular aventura. Su horror. Esa atrocidad. Y por enésima vez, actuaría como se esperaba de ella: llorando, emocionándose y recitando su frase favorita (¿quién sabe? A lo mejor algún día se comercializaría impresa en camisetas). Cuando una está en racha, todo sale a pedir de boca.
Como rezaba el titular del periódico que sostenía entre sus manos temblorosas: “Los superhéroes existen”.

martes, febrero 17, 2015

¿Y si “50 Sombras de Grey” fuera una película española?

La verdad es que a veces me planteo lo desaprovechadas que están algunas películas dependiendo del país donde estén rodadas. El carácter de cada cultura filmográfica (y de la otra) puede hacer que un mismo guión pase de estar poco hecho a estar “al punto” en menos que canta un Falete.

Me explico. 

Lo primero es el nombre de los personajes. Allí suenan poco potentes tirando a flojunos. No puedes llamar a un tío al que le va el “tema del azote con palo de varear la aceituna”, Chistian Grey, joder. O a una inocente virgen de mente morbosa bautizarla como Anastasia Steele. Todo suena demasiado artificial. Aquí para empezar seríamos más castizos. Más directos. Los protagonistas para empezar se llamarían Paco Camuñas “el fustas” y Anacleta Varas.

El multimillonario raruno podría ser perfectamente Antonio Resines con un chaleco de cuero, enseñando pelo en el pechamen y pantalón vaquero recortado. El palillo en la boca y la faria en el bolsillo de atrás es parte de un atrezzo razonable y creíble. Iría a todos los sitios con una motocicleta Lambretta con una cesta en el manillar para surtirse de artículos de ferretería.
Nada de vivir en una mansión sacada de una película de Drácula después de dejar las drogas. Un tío con dos fajos de billetes de 500 euros atados con una goma y escondidos en calcetines de rombos, no vive en una casa así. Resines-Camuñas viviría en un chalet de la Sierra “made in Paco el Pocero” con dos piscinas y un invernadero para tomates. Tendría varios sirvientes sin dar de alta en la Seguridad Social y un taller ilegal lleno de chinos cosiendo balones en el sótano junto al potro de tortura. 

Respecto a la sujeta “pasiva”, el papel le vendría como anillo al miembro a Penélope Cruz o a cualquier actriz con el timbre de voz similar a un mosquito con ronquera o a Epi después de una resaca de garrafón. El vestuario se le podría dejar al modisto de Doña Rogelia o al de cualquier presentadora de 13TV o Intereconomía. Muy importante que cada poco susurre un “ay, Señor, Señor…” o un “paciencia me dé San Nicodemo”. Paciente, estoica y deliciosamente inocente. Anacleta es la típica mujer que leería los anuncios breves de “La Razón” santiguándose y lavándose las manos con agua bendita y jabón de lagarto después.

Al igual que la película original, llevaría unas bragas de esparto de nonagenaria, un refajo, dos combinaciones color arenque y unas medias del color del salmón añejo. La viva imagen del deseo: del deseo de apuntarse a un Coro de Castrati o de provocar a Lorena Bobbit con unas tijeras de podar pinos, quiero decir.

La elección de la Banda Sonora es tan importante o más que el casting. La música debe ir en conjunto con la acción y tener la carga sexual del filme. Canciones como “Paquito el Chocolatero”, “Mi Carro me lo Robaron” o “Mami, qué será lo que tiene el negro”, se me antojan imprescindibles. 

En todo buen vareo en el culete que se precie, no pueden faltar los acordes de un buen “Pa-qui-tooo, el cho-co-la-te-roooo, ey!! ey!!” para que los espectadores lleguen a un sentimiento de catarsis. 

A falta de estas melodías, también se puede optar por cualquier canción que lleve las palabras “gasolina”, “papi” o “dale, don, dale”. Si alguna vez habéis fisgado en el expositor de “casetes” de algún bar de carretera donde las albóndigas y las croquetas son difíciles de distinguir cuando te sirven una caña, sabéis de qué hablo. Por cierto: las croquetas son las que más rebotan en el suelo cuando las sueltas.

Los diálogos también deben adaptarse a nuestra idiosincrasia íbera. Os lo explico con un ejemplo. En USA, un encuentro entre la Tasia (Anastasia) y Cristiano (Grey) sería tal que así:

-Señorita, me ha llamado poderosamente la atención la intensidad de su mirada y la lascivia que destilan sus labios. ¿Accedería usted a mis peticiones?
-Señor Grey, entienda mi tierna inocencia y la posibilidad de que le rechace.

En la versión autóctona tendría un toque refinado a la par que informal tirando a ecuestre:

-Pájaraaa!!! Que me pones mucho, ¿ein? Que si te vienes conmigo a mi madriguera a jugar con el palo de sacudir colchones y el potro que robé del gimnasio del instituto. Soy de los de pegar. Pego más que el peinado de Ronaldo en los coches de choque.
- Ay, Señor, Señor… paciencia me dé San Nicodemo!!

Es habitual también ver la aparición de algún personaje de moda del panorama social patrio para hacer que la película sea aún más llamativa: Santiago Segura como dueño de un sex-shop de Lavapies, Paquirrín haciendo de potro de tortura (haciendo de sí mismo, por cierto) o el pequeño Nicolás haciendo de farola o de rodapié. A bote pronto, y sin pecar de ser demasiado original, propondría a Dani Rovira interpretando a un sadomasoquista de Sevilla que se enamora de una fan del bondage de Bilbao y de padre pescador. Y ya que estamos con ideas, un buen actor haciendo el papel de masoquista es Toni Cantó abriendo una cuenta en Twitter y dejándole hablar.
Para acabar pondría de director a Pedro Almodovar para poder asegurarnos de que Anacleta Varas conoce a Paco Camuñas en un local de travestis en plena Guerra Civil cerca de un pueblo de la Alcarria.

Si por el contrario queremos un guión más de psicothriller, Alejandro Amenabar, haría que Paco Camuñas en realidad fuera un ente alienígena de Cartagena que lleva una careta y que para poner en funcionamiento su accidentada nave espacial, necesita fabricar energía mediante el noble arte de varear traseros.

En definitiva, un “50 sombras de Paco Camuñas”, sería una película mucho más taquillera. Eso sí, aprovecho para decirles a los técnicos de sonido que suban un pelín el volumen de los diálogos de los actores españoles. Es que a veces me cuesta distinguirlos de las psicofonías que nos pone Iker Jiménez en “Cuarto Milenio”,  gracias. Tampoco es plan de mezclar Chotacabras con merinas.

JAVIER ADDALI, 17 DE FEBRERO DE 2015

martes, febrero 03, 2015

MONÓLOGO: "YO FUI COMPAÑERO DE PISO DE PAULO COELHO EN ALGETE"

Efectivamente, como lo leéis. Durante dos largos años conviví con el ahora famoso escritor en un piso de Algete.

Es paradójico que en USA, la mayor parte de las empresas de éxito comiencen en un garaje y aquí en España todo comience en poblaciones de los extrarradios.  Por ejemplo: Miguel de Cervantes era de Alcalá y una gran parte de melones de este país son de Villaconejos. Amén de Encarna Sánchez que vivía en Móstoles.

La convivencia al principio era más o menos fluida. Yo estudiaba en la Universidad y él no sé muy bien qué hacía en España pero siempre llegaba muy de madrugada.

-La noche me confunde, mi amol. ¿Me has entendido?
-Alto y claro...como un noruego de dos cero cinco.

Hay que decir que Paulho siempre habló perfectamente el portugués. Tanto, que le hicieron brasileño de nacimiento y todo. Y no de cualquier sitio, sino de Río de Janeiro, el pueblo de Jesulín de Ubrique. Ahora Río es famoso por los Carnavales pero antes, de allí era genuino el arte del toreo. Poco se conserva de esa tradición en Río, salvo alguna corrida.

Como iba diciendo, todo iba bien al principio. Pero eso fue antes del fatal accidente que le hizo hablar desde entonces como una mezcla de Clippo el Asistente de Office y el Maestro Yoda.

Un día desayunando me percaté de que la conversación no estaba siendo normal. Es más, algo no encajaba:

-Buenos días, Paulho, he preparado café.
-“Que el fuego del amor crezca en nuestros corazones. Que el fuego de la justicia guíe nuestros pasos. Que el fuego de la sabiduría ilumine nuestro camino”- me soltó de sopetón. Tardé tiempo en darme cuenta de que no tenía puesta Radio María, la verdad.
-No te he entendido bien, tío. Yo tomaré una tila para calmarme.
-“La calma absoluta no es la ley del Océano. Lo mismo ocurre en el Océano de la vida”.
-Me tomaré esa puta tila y punto!!!

Y es que desde ese mismo día dejé de convivir con un ser humano para vivir con una máquina de escupir frases. Me río yo del SIRI de mi iPhone!! Allá por el año 1983 se puede decir que fui el primer homínido en descubrir lo más parecido a la inteligencia artificial. Y recalco lo de “artificial”.

El fatal accidente que afectó a Paulho vino un día entre semana en forma de regalo por correo. Antes de desenvolverlo supe de qué se trataba (un trasto infernal para mentes retorcidas y un poco cabronas): era un bombo para jugar al Bingo. Dentro de ese bombo, Paulho metía trocitos de papel con palabras escritas como “altramuz”, “avutarda”, “Felicidad”, “Destino”,  “paloma” o “corazones”, luego giraba el artefacto (ríete tú de los Niños de San Ildefonso, joder) y con las palabras que extraía confeccionaba sus famosas frases.

El día que sacó las palabras “polla”, “comida” y “lácteos” fue memorable. Si le unes a eso, que el brasileño de adopción, las empleó en una discoteca de moda, el éxito estuvo asegurado: acabamos los dos en un contenedor propulsados por un intelectual portero de discoteca.

Los caminos de Paulho y el mío se fueron separando: uno se convirtió en un famoso escritor de libros de autoayuda y el otro trabaja hasta los días de hoy en una imprenta de frases para Galletas Chinas de la Suerte. El escritor soy yo, obviamente: me conoceréis por libros como el “Manual del Frigorífico Samsung L500” o mis obras más clásicas como “Funciones de tu Calculadora CASIO” o “Cómo encender la videoconsola ATARI”. 

Los artistas siempre hemos estado infravalorados. En cambio, la fábrica de Galletas Chinas de Paulho fue a mejor y ahora es un tío millonario. Y, a pesar de su actual reconocimiento (le han dado el “Nobel al Mejor Fabricante de Frases de Galletas” y el “Guinness a la persona que más usa la palabra Sueños” seguido muy de cerca por Paquirrín), nos seguimos llamando por teléfono. A día de hoy me cuesta distinguirle de la voz del Asistente para Invidentes del móvil, pero seguimos teniendo charlas muy largas:
-Cómo ha pasado el tiempo, Paulho, socio…

-“Debemos escuchar al niño que fuimos y que existe dentro de nosotros”.
-Ya te digo. Yo le oigo a todas horas, tanto que me encantaría volver a la lactancia, ya me entiendes. Lo que daría por chupar unas buenas tet…
-“Lucha por tus sueños, o los demás te impondrán los suyos”.
-Ya tardabas en usar la palabra “sueño”, jodío. La cosa con Paquirrín desde que no toma “cafeses” está jodía, ¿no? Pero seguro que vas  a ganar, campeón.
-“El éxito viene del reconocimiento ajeno, el resto del amor”.
- Ya, y del pastizal que tienes en la Caja de Ahorros. De ahí también proviene el éxito. Un poco sí, confiesaaaa….
-“Lo que ahoga no es caerse al río, es mantenerse sumergido en él”.
- Sigues siendo un hacha cuando quieres cambiar de tema. Algún día me tienes que contar cómo funciona ese bombo, socio, porque lo he intentado con los porros y lo único que conseguí redactar fue el Calendario Zaragozano y un par de frases del discurso de Cospedal…

…y siempre que sacaba el tema de que el mago de las palabras me contara su famoso truco de juntarlas fuera del Bombo del Bingo, me colgaba.
Lo que no sabe Paulho, es que mi nueva obra será un éxito con posibilidades de adaptarse a una película. Una especie de biopic a lo Steve Jobs pero de bajo presupuesto: “El Manual del Bombo del Bingo que odiaba a los habitantes del Piso de Algete”.
Ya os iré contando…

martes, enero 27, 2015

¿Y por qué miras para otro lado?

A veces las tornas pueden cambiar, ¿sabes?

Vives de puta madre en tu mundo de fantasía donde un escudo invisible y protector no deja que las malas noticias ni siquiera te rocen. 

Titulares manchados debajo de una taza de café  que va dejando cercos entre desahucio y desahucio. Manchas sobre fotos de enfermos que no pueden pagarse una vida. Y sorbes plácidamente el tibio líquido del despertar. “No, eso no me podría pasar a mí”. “Son unos vagos”. “Unos morosos”. “No, jamás”.

A veces las cosas cambian. Y es de repente como pasa.

Un día por la mañana te puedes levantar y ver que las noticias que antes te eran ajenas, te tocan de repente y te muerden el cuello hasta sangrar.

Otro día por la tarde, podría ser que ya no tengas ese empleo del que todas las mañanas despotricas. Ni ese sueldo que te permita pagar tu modo de vida. Ni casa. Ni familia. Ni esperanzas. Ni derecho a vivir.

A veces, la brecha de la desigualdad se abre tanto que te engulle. 

Has estado demasiado ocupado mirando para otro lado. Esquivando mendigos. Saltando cajas de zapatos a modo de hucha. Has estado tan ciego que has caído dentro de una casa improvisada de cartón y latas de cerveza ponzoñosas. Hecho oídos sordos a los gritos de auxilio que ahora profieres en el nombre de la Caridad. De la Justicia. De la Piedad que nunca tuviste con los más desfavorecidos.

Y los mismos a los que ni siquiera mirabas a los ojos son ahora tus vecinos de la calle. Entre orines de rata, excrementos animales y el humo de diez hogueras, el viento sopla. Una hoja de periódico vuela bailando burlonamente hasta posarse en tu regazo.

¿Dónde está mi derecho a una vivienda digna? ¿Por qué me la han arrebatado? ¿Dónde está mi familia, mis hijos, mi mujer? ¿Dónde están mis amigos? “Lo he perdido absolutamente todo”. Menos la capacidad de respirar y lamentarme amargamente.

A veces todo es tan distinto que dejas de ser la persona que una vez creíste ser. Si es que alguna vez la fuiste, claro.

Miras la hoja que tienes en el regazo. Y ves una foto de una familia sentada en una mesa desayunando. El padre de familia está leyendo un periódico con manchas de café. Su expresión es de indiferencia. Puedes sentir lo que siente. Adivinar lo que piensa mientras salta de titular en titular. En realidad estás seguro. Tan seguro como que el padre de familia de la foto eres tú. O lo eras.

…y cuando se está libre de equipaje las cosas se ven nítidas. La negrura del café desaparece hasta convertir el contenido en agua. Los cercos se tornan brillantes. La gente traslúcida. Y los cartones dejan de ser cartones.
La rueda de la Vida se detiene por unos instantes. Y por fin lo ves: para salvarte a ti, debiste intentar salvar antes a los demás. Y que para pedir Misericordia debiste de ser piadoso. 

Porque la Humanidad es una mezcla de café, tibieza y empatía con cien gramos de solidaridad.

Entrada destacada

“Palo y zanahoria” VS. “Sobreprotección infantil”

Volvamos unos cuantos años atrás viajando por el tiempo. Justo a la época en la que estás jugando con tus compañeros de quinto de Educaci...