domingo, marzo 06, 2016

"El Devorador de Marginales" (Una Reflexión sobre la Desigualdad Social)

Los buitres están sobrevolando los restos de lo que queda. No queda mucho, la verdad. El viento del sistema comienza a esparcir las cenizas.
Mientras los buitres se reparten la carroña, nosotros seguimos mirando al cielo. Esperamos un Mesías. Un Salvador que no llega, ni llegará. En esta vida monetizada, en el que todo tiene un valor relativo, no hay Mesías que valga. La verdad es que somos muy pocos los que miramos al cielo. Tenemos fe ciega. Ansiamos un cambio, una revolución pacífica…pero no llegará. Hemos tirado las armas.
La gran mayoría, desde hace un tiempo, han dejado de mirar al cielo. Observan el suelo con creciente apego. Son los realistas. No hay nada más cierto que el suelo que une nuestros pies a la vida terrenal. Ellos creen que el Mesías se ha dormido. Un gran número le cree muerto. Pero la gran mayoría SABE que nunca existió.
Sales a la calle. Y observas. Sólo observas. Durante un instante miras al cielo, pero está oscuro. Es de noche y hace frío. Y observas. Al otro lado de la calle ves siluetas de gente encorvada empujando los carros olvidados de un Hipermercado.  Están llenos de cosas inútiles.  Y el repentino faro de un coche en la penumbra nos muestra el rostro de las pseudopersonas  que tiran del carro. En ese fugaz instante, sabes que ya no son personas. Son los restos del sistema.
El sistema se los ha comido vivos. A ellos y a sus hijos. Los ha escupido en forma de gente andrajosa. Son la gente que duerme en los parques, en los portales, en los cajeros…son tantos ya, que la gente ha dejado de percibirles. Les hemos hecho invisibles. Han dejado de pertenecer al mundo del éxito y les hemos expulsado de la rueda del consumo-trabajo-consumo. Ahora sólo cargan carros con cosas inútiles.
El niño que va detrás de una de las pseudopersonas, mira hacia arriba. Es de noche, pero se ven las estrellas nítidamente. Luego, advirtiendo mi presencia, prosigue su camino hacia ningún sitio…y cuando giran un recodo, un gran pájaro de sucias plumas grasientas, se posa en un banco. Les mira con suficiencia. Hay inteligencia en su mirada. Inteligencia y desprecio.
Al día siguiente. Un niño desaparece.  Cometió el error de mirar las estrellas y soñar. Soñó con un Mesías, con un no-humano con sentimientos no-humanos que nos salvase a todos de los buitres… pero los buitres han ganado la guerra ya. Es demasiado tarde.
Nos han cargado de tantas cosas inútiles en nuestras vidas que ya no miramos el cielo. Estamos en la rueda del trabajo-consumo-trabajo. Y cuando la rueda gira, los buitres te vigilan, te observan y te evalúan. Si detectan una amenaza, un atisbo a las estrellas, a los parques de las pseudopersonas o la esperanza en tus ojos…te devoran y te escupen.

1 comentario:

  1. Este artículo me ha sobrecogido. Quizá porque llevo una racha, más larga de lo que quiero reconocer, que no miro al cielo. Es cierto, también, y fácil rehuir la mirada de los despojados. Al fin y al cabo es más fácil mirarte el ombligo: suficientes problemas tiene uno como para ni siquiera pensar en ayudar a los que te rodean...es triste, pero cierto. Gracias, aunque sólo sea por este insttante mañanero por permitirme abrir un poco los ojos.

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