sábado, mayo 21, 2011

UNA PUERTA A LAS SOLUCIONES


La sociedad, el sistema del bienestar social, tal y como lo conocemos (conocíamos) ha ido progresivamente desmoronándose, resquebrajándose, tambaleándose y, al fin, hundiéndose en el fondo de un mar de capitalismo desmedido.
Este “hundimiento” ha estado arrastrando a mucha gente hacia un fondo marino lleno de miseria, desempleo, marginación y exclusión social.

Gran parte de nuestros vecinos, familiares, amigos, conocidos, compañeros y conciudadanos han sido “arrojados” al ostracismo, al anonimato...de la brutal forma que sólo sabe hacer un sistema capitalista puro: despedidos, embargados, ignorados y expulsados como apestados de una ciudad medieval de señores y lacayos.

Señores de las multinacionales, lacayos de un salario “nimileurista”.
Y fuimos viendo cómo les expulsaban como a perros por las puertas de nuestra ciudad, preguntándonos qué habían hecho, por qué ya no estaban dentro de la rueda del consumo y del trabajo.

Mientras tanto, en las sombras, los “señores feudales” maquinaban nuevos desalojos en nombre de las bondades de un bien supremo, del desarrollo, de la economía sostenible, del estado natural de las cosas...y todos confiábamos en sus palabras.

Mucha gente, comenzaba a darse cuenta. Los que vivían más cerca de las puertas del desalojo, de la vergüenza...eran conscientes que las personas desterradas no tenían la culpa. Eran un eslabón débil que habían roto para mantener un crecimiento de los beneficios empresariales voraz, desmedido y caníbal.

Cada vez íbamos viviendo menos gente en la ciudadela de señores y lacayos. Ellos en sus castillos, nosotros en nuestras maltrechas chabolas...y los castillos fueron siendo más grandes y las chabolas, más pequeñas. La lógica anunciaba nuevos destierros...chabolas más pequeñas, menos gente para sostener las crecientes necesidades de unos señores, que lejos de dejar de agrandar sus dominios, los querían multiplicar hasta que no quedasen terrenos para construir chabolas. Lo querían todo.

Y un día, algunos de los que habían vivido estos años al otro lado de los muros de los dominios de los señores, los expulsados, los desterrados, los indignados, consiguieron entrar dentro de la ciudad.
Y hablaron. Se asentaron. Nos abrieron los ojos. Escuchamos. Vimos. Despertamos...y ahora actuamos y esperamos...

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