martes, octubre 07, 2014

MARCA ESPAÑA, ¿dígame?



Marca. ¿Qué es “marca”? ¿Una etiqueta? ¿Un diario deportivo? ¿Un distintivo? 
La Real Academia de la Lengua, en una de sus múltiples definiciones, dice que se trata de  una “señal hecha en una persona, animal o cosa, para distinguirla de otra, o denotar calidad o pertenencia”. No podría estar más de acuerdo en el caso que nos ocupa.

Marca es una señal. Concretamente, en España es la de prohibido aparcar o la roja de Stop. No es que el eslogan político de “en la buena dirección” sea fallido, sino bastante incorrecto. No hay buenas direcciones sino señales de “dirección prohibida” por toda la geografía social, cultural y política.

La señal se hace en una persona para distinguirla de otra. De otra que no lo es, supongo. Aquí es donde entra otro de los sujetos: el animal.  Un ser vivo que ni siente, ni padece, ni se agobia, ni se preocupa. Dicho animal vive aparte en una especie de santuario flotante en el que su vida contemplativa se reduce a pedir favores, a enchufar a sus familiares y sobre todo, al noble arte del trinque. Aquí su señal, en este caso de identidad, es un sobre, dos manos y varios maletines.

La definición prosigue diciendo que la “marca” “denota pertenencia”. Nada más cierto: España es el único país del planeta donde los animales marcan a las personas. Con un tizón incandescente, tatúan en la piel de las personas como al ganado la palabra “Constitución”. Y una vez que el rebaño humano tiene la marca, pasa a ser propiedad del animal.  Las vallas que dicen que son para repeler la inmigración ilegal, también lo son para que nadie se salga del redil del terrateniente de VillaConstitución. Vallas físicas o psicológicas plagadas de pinchos.

La Marca España es eso, en definitiva: una valla donde los humanos son marcados y pastoreados por animales que viven en lejanos santuarios de iniquidad y avaricia. Sin sentimientos nobles. Porque los animales son eso: seres deshumanizados.

La Marca España tiene forma de Bankia, de fontanero sin factura, de despidos avalados por obreros supuestos, de ministros obtusos y obstrusos, pero sobre todo, de celdas vacías de culpables. Todo ello sazonado de responsabilidades sin responsables y de huecas palabras de aves de rapiña disfrazadas de políticos.

Esa es la Marca España. Y así se la hemos contando.

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