jueves, octubre 09, 2014

"POBRE NIÑO GRANDE"


“Dame una tumbona e inmovilizaré el mundo”.

¿Lo ves? Hay colas de gente uniforme buscando productos estandarizados y servicios homogéneos por todas partes. Películas de autor involucionadas en cine de casquería y actores de usar y tirar. Todo maravillosamente acogedor.

Ahí tienes millones de edificios gemelos, trillones de calles mellizas llenas de semáforos de luces trillizas. Todo es tan tranquilizador…

Quiero que seas bienvenido a la sociedad de la libre elección autocontrolada y del pensamiento colectivo. Te queremos y te necesitamos para mantenernos.
No caeré en el tópico de las comparaciones. No lo haré. 

Ni diré que el ser humano se está convirtiendo en una copia de sí mismo, de lo que fue. No lo diré. 

Tampoco hablaré de la paradoja de la libertad. No merece la pena. Porque quizás el monstruo de lo “políticamente incorrecto” me devore hasta las entrañas del Twitter. O lo que es peor, sea un paria del Facebook y dejen de ver mis fotos de Instagram. Así que, amigo mío, dime lo que quieres leer y te lo escribiré encantado.

Tampoco te haré pensar por ti mismo porque, aunque no me acuerdo, ya dejó de ser necesario hace tiempo. Pensar es un esfuerzo. ¿Para qué vale la evolución y la tecnología sino para quitarnos el trabajo de tener criterio propio? Sería una soberana estupidez!! ¿Es necesario nadar a contracorriente de las ideas socialmente aceptadas?  No.

“Trabaja, consume y calla”.
Y añado: “…y si tienes cualquier problema, llámanos al número de teléfono que aparece en pantalla”. No lo pienses más y llama. No busques más.

-¿Y si en un determinado momento no sé qué hacer?

-Nosotros lo arreglaremos, no te preocupes: te diremos que el sol quema, que el café arde y que los inviernos son crudos. Que en el Polo Norte nieva, que en verano hay que hidratarse mucho y que si pisas una mierda de perro, puedes llegar hasta a oler mal luego.

-¿Y si te digo que todas esas cosas las sé?

-Por eso no te preocupes. Nos inventaremos otras. O si hay que decir lo contrario, lo diremos con la misma vehemencia que cuando te dijimos que la lluvia no moja.

Hay que hacer que la rueda gire, que las manecillas del reloj vayan a nuestro favor. Que el trabajador trabaje y las clases se perpetúen. Porque así debe de ser. 

En resumen, debemos procurar que el viaje en Primera Clase sea lo más cómodo posible para llegar a buen puerto. Hay que poner árboles a ambos lados de las vías, pintar cielos conmovedores, rodar películas infantiles, redactar noticias edulcoradas y echarle un poco de sirope de fresa. Quizás el sabor del sirope os lo dejemos elegir a los viajeros. No es peligroso dejar un margen pequeño de elección. A veces es conveniente dejar a vuestra elección el sabor y no el color. Porque los colores son símbolos y los símbolos provocan el pensamiento. El sabor es sólo eso, sabor. Hasta los perros distinguen el dulce del salado, pero ven en blanco y negro.

Si alguien se aparta del camino, le señalaremos. Le llamaremos paria. Le escupiremos. Y nos reiremos de él hasta que nos sangren las encías.

Somos tolerantes, valoramos la libertad, la Democracia y si me apuras, hasta la puta Carta de los Derechos Humanos. Pero pobre del que quiera ejercer sus derechos, porque no tendremos piedad con él. El que lo haga, nos estará poniendo en peligro a todos. ¿Quién se ha creído que es? ¿No comprende que el precio de sus acciones y de sus ideas puede afectar a mi anodino estilo de vida? Sería un atentado.

Cuanta más gente quiera abandonar el rebaño, menos rebaño seremos. Y las ovejas tenemos miedo del lobo. Todos sabemos desde pequeños que el lobo no es sino una oveja disfrazada con piel y colmillos para poder saltar la valla. Una valla protectora donde dentro hace siempre la misma temperatura, donde ponen una y otra vez la misma música, donde la comida sabe igual, donde el sexo es un producto y las personas un servicio. 

Odiamos el cambio. Cambiar es destrozar el equilibrio.

Tú lo llamas “Status Quo” y nosotros “siempre-ha-sido-así-por-los-siglos-de-los-siglos-amén”. Te atreves a denominar rutina a una vida capitaneada a golpe de calendario. Y encima osas llamar predecible a lo establecido. 

Abre la puerta de la valla y entra, anda. Aquí se está calentito y el que no lo está, hacemos que lo parezca. Al que pasa hambre lo marginamos y al que pasa sed, le hacemos creer que no la tiene. Hasta que muere. Pero tranquilo. Incluso a la “Muerte” le hemos puesto otro nombre menos ofensivo. Aquí dentro nadie muere ya. Eso ha quedado abolido.

-¿Me estás diciendo que sois inmortales?

-Veo que aún no te has dado cuenta…

-¿De qué?

-De que todos estamos ya muertos. Tú incluido. Crees que estás viendo la valla a un lado y a los lobos a otro. Incluso desde aquí puedo percibir que tienes simpatía por los lobos. No, no lo niegues porque sería inútil negarlo. Todos nos conocemos tan bien...somos uniformes, ¿lo recuerdas?

-Sigo sin entenderte.

-No tienes que entender nada. Has sido educado para trabajar, para consumir y para callar. Estás a este lado de la valla. Estás dentro, amigo mío. De vez en cuando escogemos a un miembro del rebaño para que crea que puede elegir entrar o salir. Pero dentro de un rato lo olvidarás todo.

-¿Y cómo harás eso? Ya has visto que soy una persona curiosa e inconformista.

-Permíteme que me ría. Has repetido exactamente lo mismo que nos dijiste la última vez que te trajimos aquí: “soy una persona curiosa e inconformista”.
-No me has respondido, ¿cómo lo haréis?

-Es fácil. Te daremos una tumbona e inmovilizarás el mundo.

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