martes, agosto 07, 2012

MONÓLOGO: "Hacer COLA"por Javier Addali


Una de las mejores cosas que puedes hacer en este mundo para ir haciendo tiempo en él, es inscribirte en una cola. Lo bueno es que hay de varios tipos: la del INEM, la del cine, la de la carnicería “La Chona”, la de los museos, las de los restaurantes, la de Nacho Vidal, etc…

La palabra “Cola” en sí encierra más acepciones que el Fary bailando con un Hula-Hop. Expresiones como: “va a traer cola”, “Paco pásame u güisqui cola” o “Joder, Pepe, vaya cola!” son de uso casi cotidiano. Es más, el nombre de Cristobal COLÓN viene de ahí, de un paisano genovés que con el ansia de saltarse su turno, va y te descubre, nada más y nada menos que un continente entero!!!

Pero, ¿dónde nacieron las colas? ¿Quién las inventó? Y lo que es más importante…¿a qué hora echan el partido de hoy en la tele? Centrémonos.
Hay teorías acerca del nacimiento de esta ceremonia o ritual. Unos dicen que surgió en el sur de África, en el seno de la tribu de los “Bongo-bongo” cuando probaron a hacer un “trenecito” colectivo. Otros dicen que en Asia, cuando los chinos empezaron a reclamar el bocadillo de berberechos agridulces al que tenían derecho por construir la Gran Muralla China. Pero la teoría que cobra más fuerza es que todo comenzó en Cuenca, concretamente en el municipio de Villagramiel cuando el alcalde decidió dar pinchos de tortilla gratis y una jarra de vino.

Yo creo firmemente en esta última teoría. Es de fácil comprobación si vais a cualquier inauguración, festejo o corrida (válgame la redundancia, amigos) donde den algo gratis por la geografía íbera. Por ejemplo, el otro día estuve en la famosa “Fiesta de la Rana Embustera” de la localidad archiconocida de Azadón del Melonar, Albacete:

-        Buenos días, ¿es aquí donde dan tapas gratis? – siempre hay un jubilado con boina negra, palillo en la boca y mano inquieta.
-        Sí – le respondes – Y además hay una fiesta. Lo de la comida es “pa acompañar, agüelo”.
-        ¿Pero es gratis o no es gratis, cagonmiputamadrequeloparió?


No nos engañemos, amigos…la palabra GRATIS a cierta edad es sinónimo de fiesta y si me apuran, hasta de orgía. Se conocen casos de abueletes de boina calada montándose un trío con un bocadillo de sardinas fritas y un bidón de vino aguado.

Y decir la palabra GRATIS cuando hay abueletes o abuelitas delante es lo más parecido a lo que sintió Richard Nixon cuando rozó con la yema del dedo el botón nuclear en otros tiempos.

¿Os acordáis o habéis leído los milagros de la Biblia? Pues bien, esos señores de longeva edad, aparte de haberlo vivido en directo en tiempos del Antiguo Testamento, son los que podemos ver ahora haciendo realidad un milagro: señores cojos que brincan a por un canapé de salchicha, señoras ciegas guiadas por su olfato teledirigidas al cubo de recia sangría casera, niños aprendiendo a andar, que aprenden antes a trepar para alcanzar bandejas…y minusválidos dejando en ridículo al mismísimo Ussain Bolt.

Las mismas abuelitas de cara dulce y cariacontecida que vemos en cualquier parque o asilo, se transfiguran cuando les acercas una bandeja llena de canapés. Sus manos se vuelven garras, y los ojos se te clavan en la nuca produciéndote la muerte instantánea. Sus débiles piernas son las mismas que tanto dolor te infligen cuando te dan patadas en los huevos en su afán de conseguir que sueltes el único canapé de jamón que queda…

Los mismos señorines de bastón, al oír la palabra mágica de “Que pague tu puta madre”…esgrimen su cacha a la espera de que algún incauto se acerque y poder varearle hasta la muerte.

Ayyy!! El gratis y las colas siempre han ido parejas. A menor precio, mayor es la cola…algo parecido a los chaperos de los parques, pero con comida.
Una de las cosas más curiosas que se produce en las colas es la “Teoría del Meteprisas” cuyo enunciado por el gran Teófanes de Sacarejo: “la probabilidad de que el paisano que tienes tres kilómetros más atrás, te adelante por la izquierda, es directamente proporcional a la edad del susodicho e inversamente proporcional a la prisa que el sujeto tenga”. En resumen: ojo con los jubilados. Al parecer siempre andan con prisas. ¿Para qué? No lo sé todo, amigos.

Y después están las colas misteriosas.

Un día das un paseo y ves una multitud de personas en formación dando vueltas alrededor de un edificio…y aquí empieza el misterio. Podemos ver dos tipos de personajes:

1.        El “pasaba por aquí”. Tú pregunta, pregunta…siempre te responderá algo así como: “No sé para qué es esta cola. Pasaba por aquí. Debe ser para algo que dan”. Y se queda tan ancho. La verdad es que el hombre desencaminado no va: allá donde vayas, siempre te darán. A veces por delante y otras por detrás. A veces gratis y otras “a pagar”.

2.        El “suvencionao”. No es ni más ni menos que un tío comprado por el Ayuntamiento para que haga bulto. De esos que están contratados “pa estorbar”. Los puedes encontrar en los supermercados, en los estrenos del cine bielorruso o incluso dentro de tu armario moviéndote las perchas para joder. Esa es su auténtica vocación: hacer bulto y joderte la vida. No es casualidad que el que le contrata sea un Ayuntamiento.

Pero hay más. Os dejo. Ya os contaré, que estoy a punto de llegar al final de la cola. Si me preguntáis para qué, os diré que para joder. Y si me preguntáis por qué, os diré que pasaba por aquí.

JAVIER ADDALI, 7 DE AGOSTO DE 2012

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