El humo del enésimo
cigarro había transformado el ya de por sí, oscuro salón, en una calle de
Londres a las doce de la noche. Había perdido la cuenta de los cigarros que se
había fumado aquél hombre. El único testigo de aquel espectáculo de humo, fuego
y nicotina era el cenicero que quedaba fuera del alcance de la vista de Javier.
Debían de haber decenas de colillas muertas.
-
- …y esa fue la historia de cómo
empezó todo. Y cuando me refiero a “todo”, quiero decir lo que ves todos
los días desde que te levantas hasta que te acuestas. Esas cosas que das por
supuesto, pero que antes de que nacieses no lo eran tanto – los ojos ocultos
por la penumbra de la sala brillaban débilmente. Estaba llorando.
Los instantes que siguieron a la
narración se llenaron de silencio. Un silencio tan profundo y denso como la
mezcla de negrura y humo que envolvía la estancia. Javier quería preguntar
miles de cosas que se le amontonaban en la cabeza pero el silencio que coronaba
las palabras del viejo era tan majestuoso, tan sagrado, que temió profanarlo.
Algunas de esas preguntas eran
acerca de cómo eran Rafael, John y Francois, de cómo se habían conocido, qué
les impulsó a cambiar un mundo que se había muerto en vida, cómo era todo
antes.
El viejo pareció percatarse de las
dudas del joven que nerviosamente se frotaba las manos. Si había algo de lo que
sabía era del comportamiento humano. Las reacciones. Los sentimientos. El
lenguaje escrito. Pero sobre todo dominaba el arte del lenguaje mudo. Sabía que
las mejores palabras de una persona son las nunca pronunciadas. Las que no se
escriben y que si se pudiesen plasmar sobre un papel, sus frases serían libros
enteros y su significado bibliotecas inmensas llenas de enciclopedias
indescifrables.
Le recordaba a él en los tiempos
en los que empezó a cuestionarse las cosas. Los problemas que provocó por su
indignada curiosidad acerca de la disciplina. Nunca llegó a entenderla.
- Sé
qué quieres decirme. Conozco tus preguntas. Pero ten paciencia. Los signos de
interrogación son difíciles de borrar…date cuenta de que tienen una forma
curvada. Las exclamaciones son más fáciles de borrar…pero más difíciles de hacerlas
olvidar. Así que aquí comienza tu turno de preguntas. Intentaré responderte a
la mayor parte. Otras quedarán a tu libre interpretación…y la mayoría están por
responderse aún. El futuro es vuestro, de los jóvenes. El pasado ya lo escribí
yo…y el presente ya no existe.
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