viernes, febrero 19, 2016

"Melodía de un Crimen Perfecto" REDUX


Día 1 de la Investigación. Residencia de los Miralles:


“¿Cuánto tiempo tarda en vengarse un muerto del asesino? Supongo que depende de lo que tarde uno en enloquecer.
El hombre que ves aquí tendido en la cama. Mírale los ojos. Las pupilas muy dilatadas delatan locura. Y pánico.
Ya has visto que en el garaje no había nada: ni cadáver, ni sangre ni nada. Hemos comprobado que fue allí donde mató a su mujer. Con un hacha debería de haber mucha sangre. Pero está limpio.
En la cocina hemos visto algún rastro: guantes de látex manchados y amoniaco. Sabemos que la mató esta noche. Pero ni rastro de la mujer ni del hacha.
Dice el sargento que en el baño hay algo extraño. Unas letras en el espejo. Sí, letras escritas con la única sangre que hemos encontrado: la de este hombre.
¿Qué pone, te preguntarás? Es curioso. Parece una broma si no fuese por la cara de este desdichado. Murió loco, sí. Pero tampoco tiene heridas ni hemorragias, así que esta sangre, a pesar de los resultados del laboratorio, no es suya. Otro misterio. Y ya van unos cuantos, capitán.
La reconstrucción de los hechos son, resumiendo: descuartiza a su esposa, mete sus pedazos en ese saco, los guarda en el garaje, y se acuesta a la espera de enterrarlos por la mañana. Antes, se ha lavado meticulosamente. Mire los roces de sus piernas y brazos. Con amoniaco, sí.
Pero, ahora viene mi teoría. Descabellada. No sabemos cómo, su mujer, o lo que queda de ella, sube a su habitación con el saco en una mano y asfixia a su marido. Fíjese en el cuello. Observe también la barandilla de la escalera: huellas de ella manchadas con tierra del garaje.
A ella no la hemos encontrado. Sólo las letras del espejo. “Arderemos juntos en el Infierno, amor mío”.”


Periódico: “Diario de Ciudad”. (Edición de Agosto):


“Dos semanas después del misterioso suceso acaecido en la casa del Doctor Miralles y su señora, el caso sigue aún sin resolverse. Según fuentes policiales, el desenterramiento de los cadáveres en el jardín del doctor sigue su curso. 
Hasta el momento han aparecido ocho cuerpos de niños sin identificar. Todos presentan el mismo estado de desmembramiento. De momento sigue sin aparecer el cuerpo de la esposa.

Las mismas fuentes policiales basan su muerte en la aparición de un diario y de una serie de fotografías (al parecer espeluznantes) donde se detallan casi al segundo los pasos seguidos en el descuartizamiento de la señora. 

Además, han aparecido unos zapatos y un bolso de ella a ochocientos metros de la casa cerca de un arroyo. Aún no se ha desvelado oficialmente el contenido del bolso, pero se especula con la existencia de una nota.

La policía forense sigue sin poder determinar el origen de la sangre del espejo del baño. Los análisis del ADN son concluyentes, pero la víctima no presenta heridas.
Otra vía de investigación, sigue los pasos en la búsqueda de una posible pauta de los asesinatos del doctor Miralles: análisis de los restos de los niños, identificación, etc…al parecer, dos de ellos, podrían ser familiares.

Todavía está sin confirmar otro de los rumores: la aparición de una especie de “Cámara de los Horrores” bajo una trampilla del garaje. Esto hace sospechar de la existencia de un posible cómplice en el Hospital Municipal. El material quirúrgico descubierto es de acceso restringido, por lo que para burlar los controles de seguridad, ha tenido que contar con ayuda “desde dentro”.

Pero la pista estrella está en un hacha. Una fecha y hora grabada, que cuadraría con el momento del presunto asesinato de la esposa del doctor.”


(TRANSCRIPCIÓN GRABADA DEL DETECTIVE ESTÉBANEZ Y EL CAPITÁN TORRES GÁMEZ, 22 de Agosto de 2012)


-  “¿Qué quiere que le diga? ¿Que teníamos que haber hablado antes con los vecinos del doctor? Claro que lo hicimos. Pero en la mayoría de los casos, cuentan cosas que no les puedan comprometer. Ya me entiende.
El que estaba enfrente de su casa, ese chalado del telescopio, si no se llega a poner nervioso, nunca hubiese dicho nada. Por supuesto, no queda muy bien confesar que eres un mirón.
Ahora tenemos a un chaval dentro de la escena. Complicaciones.
Dice que le veía de vez en cuando en el columpio de detrás de la casa. Difícil de ver oculto entre esos setos, eche un vistazo.
Lo que me inquieta es que nadie haya hablado de él ni lo hayan visto. Musculoso, pelo largo y muy alto. Gigante, según nuestro amigo el voyeur. Descartamos que sea una de las víctimas. Nunca le habría permitido salir de la casa. Fue visto al menos cuatro veces en el columpio.
Dos cosas más. El cuarto de la trampilla tiene una especie de pasadizo que lleva al arroyo donde hallamos el bolso. La nota encontrada  tiene una huella que encajaría con la descripción del chico. Suponemos que se trata del Enrique de la nota. Nadie sabe más. Es muy extraño todo.


Capitán, otro detalle. Muy importante. Hemos encontrado un trozo de plástico dentro del pasadizo. Confirman que se trata de una bolsa para transfusiones de sangre.
Resumiendo: tenemos a un chico en la escena, un nombre, una huella y una somera descripción del mismo (poco más)”.


-  “Detective, me acaban de llamar. La mujer de las fotos no es la esposa de  Miralles. Se llamaba Ana Vázquez. Desaparecida el mes pasado. La investigación acerca de ella está en punto muerto. La información es contradictoria. Nadie la conoce”.


-  “Cada vez se complica más”.


Desarrollo de la Investigación:


Dentro de dos horas, alguien de la Unidad Forense, va a descubrir por puro azar, que el cadáver que tiene en la cámara no es el del doctor Miralles. Un cuasi-imperceptible punto de sutura en la nuca, le hará sospechar. Algo no encaja.
En tres horas, aproximadamente, llamará a Estébanez para informarle. Cirugía estética.


¿Quién es? Preguntará el detective. Y todo ello nos llevará a que el cadáver es el de un joven envejecido artificialmente varios años. Enrique. Una obra maestra. Un crimen violento invita a dar ciertas cosas por supuesto. La altura por ejemplo.


Una pregunta te lleva a la otra. Y ya tenemos un matrimonio de muertos que no lo están. Y una dama, un joven y varios niños que sí. La investigación sigue su curso y deriva a otra vía: ¿quién es Miralles realmente?


Descubren que nunca estuvo casado. Un personaje inventado sin padres, sin hijos y sin amigos. Fotos  de personas desconocidas. Pero entonces, ¿qué significa todo? ¿A qué viene toda esta farsa? En definitiva: ¿cuál es el móvil?
Seguirán buscando lejos de una casa. Una casa con un falso telescopio y siniestro  voyeur.
Allí, unos ojos brillantes observan. Su cara ya no es su cara. Restos de piel que caen. Se van moviendo las piezas del ajedrez. La luna ilumina el lobuno rostro de una persona enferma. Babea. Casi escupe. Disfruta. Están cerca, pero no lo están. “Ceeeerdos”. Susurra. Casi grita.
Un doctor que crea a otro doctor. Qué fácil es suplantar una identidad si trabajas en un hospital. Tienes acceso a datos muy personales: fallecidos, historiales, información personal...Que tu especialidad sea la cirugía estética, convierte lo fácil en artesanía. ¡Te sientes DIOS! Creas y destruyes gente a tu antojo. En pedazos o a retazos. Los moldeas y los matas.
“La cuenta está saldada, chico”.


El Epílogo:


Las cosas son sencillas. Más de lo que parecen. Todo se resume en: das y recibo.
Yo proporciono los medios para hacer desaparecer a las personas. Y mis “clientes” me proporcionan lo que yo quiero: observar la partida. Cómo los naipes van saliendo del montón.
Enrique odiaba a su madre. Y a esos niños que se reían de él. Los hermanos Antúnez, Miguel, Antonio....les mató. Todos le insultaban. Le miraban mal. Enrique era “especial”. Un niño de doce años con gigantismo lo pasa mal. Su madre le había abandonado en un orfanato, así que tenía que buscar una mujer que se pareciese a ella. Para vengarse. Ana Vázquez.

Yo conocí a Ana. Y ella a mí. Citarme con ella en el abandonado camino del arroyo no fue casualidad. Pan comido llevarla por el túnel hasta la casa.
El crimen perfecto no consiste en borrar pistas, sino en crear pistas falsas. Eso te da mucho tiempo. La transfusión de sangre de Enrique. La cirugía. Un falso hacha. Las huellas de la mano (amputada) de ella en la escalera…
Lo que más tiempo me llevó fue enseñarle a Enrique a usar el bisturí. Cortar personas. Meterlas en bolsas. Enterrar. El chico tenía vocación. Pero no podía dejarle vivo. La gente es inestable. Siempre habla. Y el tiempo no es infinito: al final las casualidades llevan a la gente hacia ti. Y yo prefiero dejarles que paulatinamente se acerquen.

Las pistas las fui colocando a cuentagotas. El punto de sutura lo exageré para que el forense lo viera. La conversación con los polis: fácil. Si volviésemos a vernos no me reconocerían, no. Sé cómo hacer que me olviden. Tengo otra cara.

Tengo fotos e historia. ¿Cuánto tiempo tarda en vengarse un muerto del asesino? Supongo  que depende de lo que tarde en enloquecer…

REMAKE de mi RELATO de 2010: JAVIER ADDALI


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