domingo, marzo 11, 2012

Fragmento NOVELA (NOCTURNA)


"Unos metros más adelante, enfrente de un gran hipermercado de ultramarinos, un gran parking de cemento, se extendía a lo lejos hasta cerca de la falda de la montaña. Era enorme, por lo que Zack pensó que debía de tratarse de algo más: algún sitio donde estacionar las grandes máquinas excavadoras, tuneladoras, hormigoneras además de los utilitarios de los habitantes que iban a las afueras a comprar. 

Aparte del vasto hipermercado, no muy lejos de él, tenían un moderno centro comercial, varias naves industriales y pequeños locales comerciales repartidos a lo largo de una parcela perfectamente dividida. Ni rastro de momento de ninguna gasolinera.

Miró su reloj y vio que eran cerca de las tres y media de la mañana. No había nadie por allí cerca. Ni coches, ni gente caminando. Nadie.
Era un poco inquietante. Además, las luces que iluminaban las calles parecían sufrir cortes intermitentes de electricidad. Los parpadeos de luz eran cada vez más constantes y de varios segundos. Segundos en los que la oscuridad era absoluta. Opresiva.

Allí arriba, la luna parecía seguir escondida entre tinieblas. Se apartó súbitamente ese pensamiento de la cabeza. Tenía que pensar con claridad. Lo primero era encontrar una gasolinera. Joder, tenía que haber varias en un pueblo tan grande. Y además, en las afueras, cerca de las superficies comerciales, siempre había alguna…pero no la había. Allí no parecía haber ninguna. 

Un pensamiento se coló reptando en su cabeza sigilosamente: ¿te parece normal no haber visto a nadie desde hace casi cien kilómetros? ¿No haberte cruzado con NADIE? Ni coches, ni motos, ni ciclistas, ni peatones… 

Sí, era extraño. Pero a esas horas (a esas horas, siempre hay alguien viajando, no te engañes). 

A la sensación de opresión animal que sentía por la noche oscurecida y el temor al juego en el que le habían metido, se sumó ahora el de tristeza. Una indescriptible pena acrecentada por la soledad. Estaba solo en esto: literal y figuradamente.

Al cabo de algo más de media hora caminando, pujando por su moto y el equipaje que llevaba consigo, se dio por vencido y buscó un sitio donde dejar aparcada su moto. Iría más rápido sin ella, y en el caso de encontrar un sitio donde repostar, llenaría un par de latas o un bidón que le prestasen y volvería a por la Yamaha. Tenía que decidir ahora qué dejaría en el pequeño portamaletas y qué llevaría consigo. Optó por la mochila que le dejó Yolg y la llenó apresuradamente de algunas cosas que tenía en la otra: guantes, unas chocolatinas, una cantimplora y un par de mudas de algodón. 

Estaba perdiendo mucho tiempo. Los demás, quienquiera que fuesen “los demás”, estarían acercándose al Molino. Y eso no era nada bueno. Ni mucho menos". 
JAVIER ADDALI ÁLVAREZ (Fragmento Novela Registrada: Nocturna")

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