¿Cómo podía evitar
vivir una vida que regalada, transmitida o delegada se apoderaba
inexorablemente de mi alma con pinceladas de tonos grises?
¿Acaso alguien me preguntó cómo quería que fuese mi vida? No.
Todavía existe ese tipo de gente extravagante que cree en lo
que ellos llaman Libertad. Además lo escriben con mayúsculas como si de una
sagrada religión se tratara. Libertad... libros y libros se han escrito y aún
no conozco el significado de este sustantivo. Lo único que sé con certeza es
que necesitamos creer en ella para seguir caminando por el paradójico sendero
de...
Camino. Un simple paseo a la deriva de mis pasos sosegados...
Acelero el paso. A medida que los latidos del corazón me
gritan.
Corro. Cuando el compás de la batería de mis sueños se
deshacen en sollozos.
No estoy muerto. No quiero estarlo. Aún necesito el tiempo.
Me pertenece.
Despierto del sueño para entrar de lleno en la pesadilla...
...oscura y densa como la sangre de un animal agonizante...
...del dolor de sus heridas, de la certeza de un fin...
...que da paso al comienzo de.
...que convierte el dolor en.
...que perdurará hasta.
... al mirar por la ventana vi lo de siempre. La misma calle
con la misma gente que con sus mismas venturas y desventuras iban entretejiendo
los retazos de lo que consideraban una vida que lejos de ser distinta, estaba
confeccionada con los mismos hilos.
Día tras día, cuando subía las persianas y corría las
cortinas la monotonía inundaba mi habitación. Olas de dos metros de banalidad
amenazaban con ahogarme mientras la soga que se ajustaba en mi interior se
estrechaba más y más...
Los repetidos intentos para no pensar en la vida. Una palabra de ocho letras que hace
que no nos salgamos de la calzada.
Pero no deja de ser el libro de ficción de una mesa de noche
al que tras hojear con avidez sus amarillentas páginas lo devolvemos con la
misma avidez al cajón del que salió. Pero, a pesar de su obligado
ostracismo...continúa ofreciéndonos sus empalagosas y melosas palabras en el
interior de nuestra cabeza. En el mismo polvoriento baúl donde escondemos las
poderosas y fútiles herramientas de la fe y los ideales.
Un libro que enterramos en el interior de un inexpugnable
ataúd...
Un ideal que resucita al tercer día de nuestras desdichas...
La verdad es que jugaba con ventaja. La partida de cartas en
la que conocía la mano de mis oponentes:
-
¿De cuántas te descartas?- me preguntaban.
-
De ninguna- respondía. Y pensaba para mis adentros lo aburrido que era
jugar siempre a lo mismo. Las mismas personas con las mismas cartas en la misma
mesa sucia de siempre...
Y cuando te cansas de jugar a un juego, tienes tres opciones:
o lo dejas, o cambias de juego o les dices el truco ganador para hacer más
interesante las partidas.
Tres, ni más ni menos... el orden de prelación de una sobre
otras es irrelevante dependiendo del objetivo que se persiga.
El gris cada vez es más intenso. Las paredes otrora amarillas
se han cubierto con el gris de la ceniza. El humo de un cigarro. La gabardina
en un día de lluvia.
El ocaso de un día que muere en una noche antes negra y ahora
no.
Cuando se consume el papel sólo hay cenizas.
Las cenizas se dispersan con el viento.
El viento que hace que las palabras sean llevadas y
finalmente olvidadas.
Tres, ni más ni menos...las sílabas de Libertad con
mayúscula. El papel que se consumió con el fuego y sus cenizas fueron
esparcidas con el viento.
En la creciente penumbra de mi habitación los pensamientos
campan a sus anchas con la discreción sigilosa de una boa de poderosos músculos
y fuertes instintos. Silencio. La tempestad vendrá después pero es necesario
que el silencio le preceda...sus gritos de rabia serán oídos después con mayor
atención.
El reloj señala las 11:59.
El silencio va a ser violado por los truenos. Cuando suceda
será demasiado tarde para volver atrás. Nadie ni nada es capaz de acallar los
truenos.
Tres, ni más ni menos...los segundos que faltan para el
rugido del primero de los tres truenos.
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