En un país con más de 5.000.000 de personas
desempleadas, la medida propuesta de Reforma Financiera es, a mi modesto
juicio, ineficaz e ineficiente.
Según se apunta desde el Ministerio de Economía: “se
conseguirá un mejor acceso de las entidades de crédito a los mercados de
capitales, y una mejora del flujo de crédito a la economía real, con un impacto
positivo sobre la producción y el empleo". Pues bien, analizando paso a
paso los diferentes escenarios que podrían llegar a acontecer, llegaríamos a la
misma conclusión: NO es una medida realista. ¿Y por qué digo esto?
En primer lugar, por otra de las medidas de contención
del riesgo de la propia Banca (“para los activos problemáticos se
establece una provisión específica, con una dotación extraordinaria con cargo a
resultados, por un importe próximo a 25.000 millones de euros”). Desconozco los
criterios a seguir en lo que se denominan “activos problemáticos” y su forma de
valorarlos, pero en lo que a la experiencia reguladora que tenemos en este
país respecta, un criterio generalista de valoración, lleva inevitablemente a criterios
subjetivos y discrecionales en la toma de decisiones. Me explico: si las
propias entidades financieras quisieran disponer de mayor liquidez en un
momento determinado, aplicarían un criterio “más conservador” a la hora de las
concesiones de créditos, apelando a un criterio de prudencia de forma
interesada.
Es decir, que, o se establecen de forma tasada esos
criterios de evaluación del riesgo a la hora de provisionar, o podemos volver a
ver caer en saco roto, una vez más, la inyección de liquidez a las entidades
financieras, que podrían hacer lo que están haciendo con el FROB concedido (o
regalado): congelar créditos e hipotecas a empresas y consumidores.
En segundo lugar, y tal y como he dicho en el título de
la entrada: se tratan de medidas ineficaces, en el sentido de acometer un
problema desde un primer paso equivocado. El mayor problema no es la
consecuencia: es la CAUSA. La principal causa de que se concedan menos créditos
o hipotecas es el alto riesgo de morosidad, la cual trae como principal causa,
a su vez, la inseguridad en el mercado de trabajo. Dicho esto, creo que antes
de entrar a abordar los problemas del mercado financiero, se debería de
estabilizar y regular de forma lógica y consensuada, el mercado “tóxico” de
este país: el de trabajo.
Con unas condiciones laborales bien reguladas, con unas
cláusulas laborales perfectamente establecidas y con un mercado de trabajo
organizado y realista, se podría llegar a disminuir el riesgo en las
concesiones de créditos. Es una primera medida ineludible y necesaria.
En tercer lugar, volvemos a uno de los vicios de
legisladores y políticos de este país: el populismo. ¿Por qué digo esto? Una de
las declaraciones de intenciones o mejor dicho, una justificación de esta
medida, es que: “beneficiará a los
ciudadanos ya que la obligación de saneamiento rebajará el precio de
la vivienda”.
Seamos serios. La rebaja del precio de la vivienda ya
se está dando sin necesidad de intervención. El propio mercado y la tan manida
Ley de la Oferta y la Demanda están consiguiendo este automatismo (una caída cercana
al 10 por ciento interanual del precio de la vivienda).
Además: ¿es el principal problema el precio de la
vivienda? ¿o el mayor problema es el de un país incapaz de crear empleo que
lleve a la posibilidad del acceso a la misma? ¿o ambos problemas son las caras de la
misma moneda?
Repito: seamos serios. No caigamos en el populismo
barato que anteriormente se ha criticado a anteriores gobiernos. Ese no es un
fin que justifique los medios.
Y por último, y no por ello, menos importante, a la
hora de decir que estamos empezando la casa por el tejado: priorizar las
necesidades del país. No se puede comprar un Ferrari antes de tener dinero para
mantenerlo. Y el sostenimiento de las entidades de crédito nos está saliendo
demasiado caro a unos ciudadanos a los que se nos están pidiendo demasiados
sacrificios a cambio de nada. Recortes, congelaciones, austeridad… ¿y qué
obtenemos a cambio sino declaraciones de intenciones vagas e inconcretas? Los
dogmas de fe no son materia económica.
En conclusión. Evitar la regulación y el
perfeccionamiento de un mercado de trabajo eficaz, que favorezca una mayor
conexión oferta/demanda, que evite la inseguridad laboral, que proteja al
empresario del abuso y de la burocracia, es retrasar y esconder un problema estructural
y endémico en nuestra sociedad.
Y empezar una obra por el lado equivocado, nos puede
llevar a que la estructura venza y se desmorone. Al igual que no se pueden
cambiar las fórmulas de una ecuación porque el resultado va ser erróneo. Siempre es así.
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