“En situaciones como la presente, no debe existir
espacio para la resignación o la apatía” afirma. Hessel recuerda los tiempos en
que formó parte de la Resistencia, en que la indignación frente a los nazis fue
la causa que impulsó hacia la victoria y el motor de la reconstrucción
posterior siguiendo la inspiración proporcionada por el Consejo de la
Resistencia.
Ahora: Hessel, indignado por la absoluta decadencia actual, se pregunta cómo es posible que con las circunstancias del pasado, tras la Segunda Guerra Mundial, se pudiera crear una sociedad relativamente justa a pesar de la precariedad, y hoy, con la abundancia actual, tengamos que tolerar cambios que reducen y tiran por tierra el bienestar obtenido en tiempos mucho más adversos.
Hessel diagnostica también la situación actual: La situación actual es causa de la dictadura de los mercados, la ausencia de regulación de los sistemas de financiación ha convertido al mundo en un lugar muy injusto, con el consentimiento de los políticos u la omisión de cumplir su obligación convirtiéndose en unas marionetas a voluntad de los mercados en vez de luchar por conseguir una sociedad basada en valores.
Europa está abandonando cobardemente los sólidos
principios conseguidos para conciliar la libertad y la igualdad, la economía y
una sociedad justa. En esta situación, la ciudadanía no debe callar, la casta
política no está a la altura de las necesidades actuales.
José Luis Sampedro une sus reflexiones a las de Hessel, con un texto exclusivo para la edición española.
José Luis Sampedro une sus reflexiones a las de Hessel, con un texto exclusivo para la edición española.
Para Stéphane Hessel «el motivo fundamental de la
Resistencia fue la indignación». Es cierto que las razones para indignarse del
mundo actual pueden parecer menos nítidas que en tiempos del nazismo. Pero
«buscad y encontraréis»: la creciente distancia entre los muy ricos y los muy
pobres, el estado del planeta, el tratamiento a los inmigrantes y los gitanos,
la carrera del «siempre más», de la competitividad, la dictadura de los
mercados financieros e incluso la liquidación de aquello que consiguió la
Resistencia —jubilación, Seguridad Social...—. Para ser eficaz es necesario, hoy
igual que ayer, actuar en red: Attac, Amnistía, la Federación Internacional de Derechos
Humanos... son la demostración. En consecuencia, podemos creer a Stéphane
Hessel y pisarle los talones cuando apela a una «insurrección pacífica». Un
auténtico manifiesto, con proclamas breves, contundentes y de valor universal,
que llegan a amplios sectores de nuestra sociedad.
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