miércoles, diciembre 21, 2011

Pensar Duele...a veces.


Una de las cosas que suele tener el ser humano, tenga o no tenga estudios, mayor o menor cultura, o incluso una mayor o menor inteligencia, son las dos palabras mágicas: el SENTIDO COMÚN.

Unos nacemos, o creemos haber nacido con ellas. Otros, a través de la vida, hemos aprendido a confiar en ellas. Y, luego está la ferviente y fervorosa mayoría de las personas: las que cambian el Sentido Común, el criterio propio y su inteligencia como ser humano, por el “lo que digan los demás, lo que diga la mayoría”…

¿Por qué empiezo hablando de las “dos palabras”? Pues porque creo que son la base que hemos perdido. Sin un criterio propio de lo que es razonable o es una soberana estupidez, no se puede ir más lejos de lo que ya se ha andado. Cuando se echa a perder algo tan básico como ésto, cualquier cosa que queramos hacer con la ayuda o en compañía de estas personas, es vano.

Si enfocamos el comportamiento del ser humano en la sociedad actual, podemos ver cómo nos han “educado” a irlo perdiendo. Desde que somos unos niños (en los que prima la memoria, no el razonamiento), hasta la edad adulta (en el que el adoctrinamiento pasa por delegar nuestras decisiones en pequeños grupos de personas). En definitiva, nos enseñan a no pensar. Paradójico, ¿no?

Cualquier clase de manifestación de la iniciativa como persona, como ser pensante, como humano dotado de una inteligencia innata, como ser racional…es rápidamente atacada y ridiculizada por la masa y dirigida por los pequeños grupos autoproclamados tutores de la razón y decisores de tu vida (políticos, lobbies, grupos económicos, etc…).

Estamos en un mundo interesado en que seamos homogéneos, predecibles, miembros de una masa inmóvil, indolente e impasible. Es más fácil “pastorearnos” cuando se puede predecir nuestros movimientos, nuestro comportamiento e incluso nuestro pensamiento.

La única arma que tenemos es nuestro pensamiento. El criterio propio, le he llamado. Una persona que piensa por sí misma, que cuestiona, que se pregunta el porqué de las cosas, es incómoda. No es útil a las personas que quieren dirigirnos.

Pero es un arma a veces de doble filo. El pensar, duele…y duele mucho. Ser conscientes de lo que se quiere hacer con nosotros es muy duro. Y no hace falta ser ni inteligente, ni demasiado avispado para saber que formamos parte de un plan capitaneado por grupos económicos, dirigido por unos grupos políticos y encubierto por unos medios de comunicación propiedad de los primeros.

¿Pero son los principales culpables del engaño masivo los primeros? La respuesta es no. Los principales culpables somos los que no queremos verlo, los que escondemos la cabeza por el miedo y los que nos es más cómodo dejarnos llevar por la corriente de la masa. Como he dicho: pensar duele. Tener criterio es duro y expresarlo, más.

Mi opinión es que la Historia lo demuestra a través de los ciclos, movimientos que se producen en el tiempo y que son tremendamente imparables…algo está a punto de cambiar en el sistema actual: económico, social y moral. Estamos ante el final de algo marchito, caduco y podrido. Algo que ya está estropeado y sin arreglo.

Es el momento de empezar a pensar de una vez, de expresarnos, de reírnos de los que se ríen de nuestras ideas, de aportar algo a la sociedad, de dejar de ser niños…pero sobre todo, de abandonar el rebaño. Somos PERSONAS: con opiniones equivocadas y acertadas, con muchas ideas o con pocas…pero somos individuos condenados a pensar por nosotros mismos.

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