EL METRO:
Yo no sé si es que soy más de pueblo que el forraje, o es que algo me estoy perdiendo.
No me malinterpretéis! Si para ser
moderno, hay que ponerse unos pantalones que se te caigan por la rabadilla
enseñando cuarto y mitad de culo: pues los pongo. Si la boina de toda la vida,
le cortas el pitorro y le dibujas un canguro, me la calo! Lo de hacerse un
piercing en la nariz, lo voy llevando….pero hay cosas con las que no puedo, de
verdad.
No sé, hay cosas inexplicables que pasan
en la vida. Casi todas ellas pasan debajo de tierra. No, no hablo de la vida de
un minero…ni la del cabrón del topo que me roe las zanahorias de la huerta, ni
siquiera hablo de cómo consiguió salir la Duquesa de Alba del ataúd para volver
a la vida…hablo de otra cosa muuuucho más extraña: el Metro.
Sí, el Metro…..que el que le puso el
nombrecito se lució. Debe de ser el mamón que le pone los nombres a los GPS o a
los muebles del IKEA. Un puñetero gracioso, vamos.
¿Cómo le llamas “metro” a un trenecito
más largo que una semana sin Internet? No sé, habría más nombres: tren
subterráneo, tren-de-abajo, el-vagón-del-amor, la-locomotora-sumergida…yo
qué sé, incluso, en plan postre chino: “Tlen que baja y que sube a la Tiela”.
Metro…
Todo empieza bajando. Como el gatillazo
de Rocco Siffredi. Bajas, y bajas y bajas…y cuando piensas que ese señor de
rojo que tienes al lado, es el mismísimo diablo con gorro de punto y jersey de
cuello vuelto, llegas al Laberinto del Metrotauro: una sucesión de flechas de
colores, letreros, incluso un guardia de tráfico perdido…., gente que se cruza,
que te sigue, un niño subido a tu chepa, mesas del banquete de comunión de
Andreíta la hija de Belén Esteban…e incluso un caballo percherón.
Se comenta que a Bin Laden, si no hubiese salido de la parada de “Nuevos
Ministerios”, nunca le hubiesen pillado.
En medio de todo ese ajetreo, no sabes
cómo has llegado, pero lo has conseguido!!! El Santo Andén. Un fila de gente
leyendo el periódico, esperando a que llegue el “Tlen que baja y que sube a la
Tiela”… todo el mundo ansioso por subir, obsesionado por sentarse!! Hay casos
de señoras de 70 años que han matado a machetazos a insensatos que les quitaron
el sitio, de inválidos que consiguieron correr al sprint tres vagones en menos
de dos segundos por conseguir el preciado tesoro: al asiendo apoyaculos….
A día de hoy, me hago muchas preguntas
acerca de qué tenían esos asientos. Cuánta gente murió por conseguir uno…no sé,
quizás, cuando la anciana que me encuentro todas las mañanas en mi vagón, deje
de encañonarme con la recortada, consiga reunir el suficiente valor para probar
a sentarme.
Pero no te aburres allí abajo, palabra
de topo!! Cuando tienes un sueño atroz de camino al trabajo, siempre (y digo
SIEMPRE), aparece el personaje por antonomasia del Metro: “el tio del
Acordeón”. Persona entrañable, agradable, a la par que mecagonsuput…..buena
gente.
También suele aparecer, otra persona
discreta y respetuosa en los momentos en los que quieres relajarte: “el hombre
del teclado CASIO que retumba”: si tenías dudas acerca de si te habías quedado
sordo, ese señor te lo confirma…no, aún, no lo estás, pero lo estarás, tate tú
por la labor!!!
Otro personaje que no puede faltar es el
“Lector Vistatorcida”. Es ese, acertaste!! El que siempre se sienta a tu lado,
y leas como leas (el libro al revés, en oblícuo, con las tapas cerradas, en
chino, arameo, suahili…), él está leyendo tu libro!! Al “Lector Vistatorcida”
le da igual que leas una novela, un tratado de Econometría o una revista de
señoras-que-no-fuman-tabaco. Es muy agradecido! No te pide más de lo que puedas
darle. Un día, uno de ellos, me preguntó que qué tenía para mañana. Le respondí
que iba a ser un cuaderno de pintar para mi hijo…¿y sabéis lo que hizo? Se
trajo dos cajas de rotuladores Carioca!! Ese día, mi hijo leyó una revista de
señoras-que-no-fuman-tabaco…
Y ya, cuando has hecho amiguitos,
pintado cuadernos, bailado con la cabra del hombre del teclado, esquivado las
balas de la ancianita, e incluso conseguido bajar al andén antes de que llegues
a Algeciras por Larache…es el momento de salir por los tornos!!
Y ahí es cuando llega la locura!! Niños
que pasan por debajo, señoras que empujan los barrotes con el paraguas,
ancianos pateando las máquinas de los billetes, Serguei Bubka entrenándose con
la pértiga,….vamos que te gastas una pasta en entradas para las Olimpiadas, y
no la gozas tanto. Qué nivelazo!!! Es una delicia ver cómo ese entrañable
señorín de noventa y tres años consigue brincar cual corzo por encima de seis
carritos de bebé!! Inenarrable…
Y por fin, llega el otro momento
sagrado: la ascensión. Aquí, al final, y como todo en la vida…acaba subiendo: el
pan, la “hora de la herramienta” de Rocco Siffredi, la audiencia del “Sálvame”
y tú!! Cuando llegas a la calle, de nuevo, estás convencido que cuando
falte “el tío del acordeón”, “el Lector Vistatorcida” y demás familia
subterránea, ancianita armada incluida…algo faltará bajo tus pies: el
apoyaculos en el que nunca te sentaste.
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