Treinta y dos años
siguiendo a un equipo ganador. Al equipo ganador.
Un equipo conjuntado de
blanco, que ya desde muy pequeñito,
llamó mi atención. Era la época en el que el Real Madrid ganaba o todo lo que
se podía ganar. Con jugadores en la selección y fuera de ella con calidad
futbolística, con menos calidad futbolística, pero ante todo con una infinita
calidad como personas y como equipo.
Era la época de jugadores
que construyeron el futbol que ha ido creciendo con nosotros: Camacho, Del
Bosque, Santillana, Juanito, Chendo, Stilike…jugadores sobre todo dotados de un
sentimiento de EQUIPO. Gente que sentía lo que vestía. Que el dinero era
importante para ellos, pero el equipo, el saber estar y el honor de la camiseta
que vestían, lo era más.
Fueron pasando los años, y
a medida que el futbol se hizo mercenario del dinero y del presupuesto, mi
interés fue disminuyendo. NO voy a mentir: las copas de Europa que ganamos a
principios de la década pasada, me hicieron tanta o más ilusión como el que más
(que se lo digan a ese SEAT 600 que conducía por esa época, las banderolas que
enarbolé, los baños en las fuentes que me di, los “bautismos etílicos” con los
que brindé y los gritos que pegué…).
No, no voy a decir que no
me hiciesen ilusión. Voy a decir que ese sentimiento no era nada comparable a
la época de la Quinta del Buitre, de las eliminatorias de cuando la Champions
era la Copa de Europa, que perdíamos con el Ajax, con el Bayern, con el MIlan…pero
eran MIS jugadores, NUESTROS jugadores, futbolistas que no se compraban ni se
vendían. Te sentías identificado con ellos. Era muy fácil hacerlo.
…y llegamos a nuestros días. El Madrid, un equipo
honorable y respetado se convierte en un nido de mercenarios al servicio de un
entrenador que representa justo lo contrario del motivo por el que me hice
madridista: el respeto y la humildad. El Madrid que ganaba callando, se
convierte en el equipo que grita perdiendo.
NO quiero personalizar en nadie en concreto. En ningún
jugador en concreto, porque esa es la filosofía que empezamos a aceptar con los
Figo-Beckam y Zidane : la filosofía de la CHEQUERA.
Confiamos en un presidente que no le gusta el fútbol,
que COMPRA el futbol, que NEGOCIA con el futbol…y fuimos cómplices de convertir
al Madrid en lo que hoy es: un juego de MONOPOLY HUMANO.
Mientras no volvamos a tener en nuestras filas a los Camachos,
Pavones, Del Bosques o Agustines que representen la humildad, el respeto y el
honor y el privilegio de llevar el escudo…me declaro MADRIDISTA EN EXCEDENCIA.
Disfrutemos de la partida de Monopoly, los dados siguen
rodando: compro una casa.
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