miércoles, enero 04, 2012

¿Quieren cerrar WEBS? DEFIÉNDETE!!!


Han pasado muchos años desde que, en la pantalla de aquél PC, apareció como por arte de magia, una cosa llamada navegador. Pinchabas en un icono en el escritorio del Windows 98 y poco a poco (tardabas en descargar los datos por aquel 1999) te conectabas con el mundo.

De aquella sólo tenías “sota, caballo o rey”, es decir, Explorer o Navigator. Y las páginas todavía eran una ínfima parte de las que tenemos ahora: Terra, Altavista, la revista de El Jueves…etc.

Un año más tarde descubrí que ya no hacía falta llevar CDs o cassettes (todavía los teníamos) para intercambiarlos con los compañeros de la Facultad de Económicas o algún amigo de un amigo de Derecho. Existía un programa, un programa sencillo que se llamaba NAPSTER. Desde ahí, y con mucha paciencia (la había a raudales, no como ahora que todo lo queremos ya), conseguías descargarte alguna canción.

Esas sensaciones de estar comunicado con el mundo, con gente a la que nunca habías visto, ni verías en tu vida, de compartir, de ayudar a colaborar en la red, etc…eran indescriptibles. Era como descubrir un doblón de oro debajo de tu cama.

Más tarde surgieron más programas de intercambio: eMule, Torrent, etc… Mejoraban lo que el pionero NAPSTER había abierto: el intercambio. Y con la llegada de la velocidad, del cable, del ADSL, de la fibra óptica…todo esto se perfeccionó hasta el punto de lo que tenemos ahora mismo.


Todos estos programas de intercambio de archivos, nunca fueron ni son ilegales. Tan legítimo era el derecho a la copia privada como lo había sido la propiedad que ostentabas sobre un cassette o un CD. Podías compartirlo a cambio de no lucrarte con su difusión.





Había surgido una nueva era. Un nuevo modelo de negocio. Las productoras (EMI, Warner, BMG Ariola, etc…) sólo tenían un único camino: cambiar el modelo de negocio. Pasar de vender algo material, un soporte, a vender un servicio: la escucha o el visionado. ¿Qué hicieron? Intentaron defenestrar la imagen del intercambio (lo que veníamos haciendo desde la época de los cromos) inventando la palabra “piratería”.

Todas las Sentencias y Resoluciones en varias instancias (Tribunales Superiores de Justicia, sobre todo), no les dieron la razón. Decían que banco y en botella es la leche. Que intercambiar no es un acto de apropiación indebida del material. Que es un préstamo.

Como, la realidad es tozuda, vieron que “Muerto el perro, se acabó la rabia”. Intentaron dirigirse (coaccionar, sobornar) a los Gobiernos ya que los jueces no les daban la razón. Y llegaron a comprar a una ministra: Ángeles González Sinde, quien con la colaboración del gobierno actual (antes oposición), sometieron a una votación en las Cámaras (literalmente, con nocturnidad y alevosía en aquella noche de marzo de 2011) para crear una Comisión Administrativa (gente del gobierno, sin jueces, ¿para qué? NO nos dan la razón!!) que pudiese cerrar páginas web.
El peligro no está en que a ti o a mí, nos consideren “piratas” por hacer algo a lo que los jueces le dan legitimidad.

El peligro es que esa potestad es tan grande que la tentación de cerrar páginas “no afines” o críticas con el gobierno, el sistema o lo que ellos consideren que es contrario…a ellos, lo pueden hacer. Primero con una Ley ilegal y ahora con un Reglamento escondido en una disposición.
¿Podemos hacer algo? ¿Es imposible esquivar esta patochada? Sí, es muy fácil. En realidad, como dice José Jover, abogado experimentado en derecho digital, “es un brindis al sol”, es ponerle puertas al mar.


NO tengáis miedo en aplicar lo que nos cuentan en él. No es ilegal. Nos enseñan a navegar de forma anónima. Es ligero, fácil y entretenido de leer. Es muy útil, creedme. Aprended a cambiar tus DNS, a configurar un proxy, a configurar y utilizar Tor para navegar anónimamente, a entender para qué sirve una red privada virtual (VPN), y a hacer copias de webs de enlaces mediante Httrack.








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